Trabajadores de la planta que Reckitt Benckiser quiere cerrar en Gueñes temen que se haya «pactado una recolocación precaria, en peores condiciones que las actuales» entre la multinacional y las instituciones. Sospechan que se vayan a crear «dos contratas que trabajarán en las mismas líneas de productos que ahora para Reckitt y en peores condiciones que en la actualidad, ya que se les aplicaría el convenio de Químicas». Aseguran a GARAque mantendrían el trabajo mientras Reckitt quisiera, cuando la multinacional «quiera se va a otro sitio que le salga más barato y nos quedamos en la calle, porque como todo estaría arrendado el trabajador no podría hacerse con nada».Sustentan sus temores en una serie de acontecimientos que se han sucedido desde que la propia compañía, después de haber comunicado a la plantilla su decisión de trasladar la producción a sus plantas de Polonia, Portugal y Gran Bretaña para abaratar coste, remitiera a la prensa esa información. Explican, así, que en un corto periodo de tiempo diez días representantes de Lakua han pasado de manifestar que se trata de una «deslocalización de libro» y que «ningún gobierno puede aceptar un cierre» basado «en la oportunidad económica» a darlo por «prácticamente irreversible»; la multinacional ha vendido terrenos que el Ayuntamiento recalificó como urbanos en agosto, un mes antes de que se comunicara el cierre de la planta, y su propio programa de alternativas sociales «lo dice».
En esta secuencia general cobran significado hechos como la propuesta de la multinacional para crear una nueva categoría en aras a reducir costes a cambio de aumentar la carga de trabajo «Lo planteó en abril, se rechazó y ahí se quedó». El por qué de esa actuación lo sitúan en un calendario de sucesos recientes que se inició en 2005, cuando la multinacional solicitó la recalificación de los terrenos adyacentes a la planta como urbano residencial. «Cinco meses antes de que anunciara el cierre nos plantea lo de la nueva categoría y un mes antes se produce la recalificación. Hay que tener en cuenta el alto nivel de especulación existente en esta zona, donde está aumentando el número de viviendas. Tememos que el final del proceso sea convertir Enkarterriak en un eskualde dormitorio con trabajo precarizado».
El comité de empresa recordó en su última comparecencia en Bilbo las acusaciones de «pelotazo inmobiliario» que se han lanzado contra el alcalde y preguntaron las razones por las que «no se permitió recalificar los terrenos para construir un almacén logístico para la fábrica de Gueñes que le hubiera dado la estabilidad necesaria y un futuro industrial más estable y en cambio sí se permitió recalificar para un proyecto urbanístico de 148 viviendas».
Los trabajadores llaman, además, la atención sobre el distinto comportamiento institucional con las decisiones de Rec- kitt y Virtisú, papelera que a finales del pasado año anunció su intención de trasladar parte de su producción a Barcelona, medida que no se materializó. «En ese caso, las instituciones no dieron nada por perdido, decían que la empresa no se iba. El caso de Virtisú le saltó encima de la mesa al PNV; con Reckitt, dan por perdida la batalla; estaba hablado», aseguran.
Recuerdan en este punto las manifestaciones de Juan José Ibarretxe indicando que crearán «290 empleos». Estas declaraciones causaron cierto estupor en el municipio, ya que «hace diez años que se proyectó un Elkartegi en Gueñes y no se ha hecho nada y ahora, de la noche a la mañana, se van a crear 290 empleos».
Agregan, además, la información divulgada tras el encuentro mantenido entre representantes de la Diputación y la empresa a mediados de semana. Indicaron que la multinacional estaba dispuesta a colaborar en la regeneración indus- trial de la zona, actuación en la que enmarcaría la creación de las contratas. «Trabajarían para Reckitt en las mismas instalaciones arrendadas a esas empresas. Reckitt compraría todo y cuando quiere se va, las empresas no tienen futuro y cierran; los trabajadores no tendrían nada porque todo estaría arrendado. El impacto del cierre sería menor, sería por pérdidas económicas y no por la marcha de una multinacional».-
BILBO
