De América nos llegan noticias. Unas buenas y otras malas.

Buena la de las últimas declaraciones del anterior presidente español. Durante una conferencia en Washington el pasado jueves, en plan adalid de Benedicto, espetó, en el fluido inglés que le caracteriza, que mientras al Papa se le exigen disculpas por sus últimas declaraciones no conoce a ningún musulmán que haya pedido perdón por invadir España durante ocho siglos.

Impresionante, ¿verdad? Difícil encontrar a un musulmán tan longevo como para tener ochocientos años. A preguntas de una preclara dama norteamericana que le demandó su posición por ser España el primer país atacado por los infieles (año 711). No lo dudó ni un segundo: «Debo decir que yo soy un partidario de Isabel y Fernando...», «estamos en guerra...», «esto es la guerra y para combatirla es indispensable creer en vencerla, pero si no crees en nada no puedes luchar contra nada. Los líderes del mundo occidental no creen».

Así pues, España existía incluso mucho antes de los Reyes Católicos. Como lo leyó de pequeñito en la enciclopedia Álvarez de tercer grado: «Y Dios quería tanto a España que la puso en el mejor sitio del mundo, donde no hace ni mucho frío ni mucho calor» (sic). Ved pues, queridos, lo que algunas lecturas pueden ocasionar en mentes débiles aun por formar. Un desastre.

Imagino a Rajoy dando palmas con las orejas por la inestimable ayuda de su colega.

Gracias a la tríada formada por el exfalangista Ansar, el ex nazi Ratzinger y el más bobo de Texas, Occidente se sabe a salvo del infiel. No es poca su aportación diaria. Nuestra seguridad está en buenas manos, pues con ellos tenemos a Dios de nuestra parte.

Noticia triste. El mismo jueves, el fallecimiento en Argentina de Enrique Gorriarán, dirigente del ERP que junto a Santiago Irurzun acabó con la vida del dictador Anastasio Somoza. En vez de erigirle monumentos por ese solo hecho, fue condenado a cadena perpetua de la que se le indultó después de una huelga de hambre.

Afortunadamente no estaba en cárceles españolas.

Toda una vida de lucha contra la injusticia, todo un tiempo de clandestinidad o cárcel. De dignidad frente al poder.

Noticia urgente. Aquí mismo la dignidad llevaba cuarenta y cinco días en huelga de hambre, quebrando su decisión le alimentan a la fuerza. Y los más, de brazos cruzados. -