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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-09-24
Antton Morcillo - Licenciado en Historia
Compromisos, compromisos, compromisos

Nada nuevo bajo el sol. El lehendakari Ibarretxe abrió el curso institucional con un discurso poco pegado a la realidad, descriptivo y flaco en propuestas. El capítulo dedicado a la situación socio-económica no sirvió para disimular la falta de iniciativa de un gobierno falto de ideas desde el fracaso del Plan Ibarretxe.

En efecto, fue la legislatura pasada la que marcó el cenit personal del lehendakari, ayudado por aquel espectacular triunfo electoral del 2001 y, cómo no decirlo, por las broncas de Aznar. En esta legislatura, en cambio, el Gobierno tripartito tiene problemas para encontrar su sitio en escena y deambula sin pena ni gloria por la actualidad política.

El discurso del Pleno de Gasteiz es un ejemplo de la incapacidad de ese Gobierno para hacer aportaciones en cuestiones de política general. Es sintomático que entre las referencias al tema realizadas por Ibarretxe las tres más importantes estén destinadas a iniciativas que han tenido o deben tener otros.

La primera de ellas, relativa a la puesta en marcha de la mesa de partidos, propone seguir la pauta marcada por las mujeres en la declaración de Ahotsak. Sin quitarle la buena intención al inquilino de Ajuria-Enea, no parece trasladable una iniciativa social a favor de diálogo, suscrita a nivel personal por mujeres de ámbitos muy diversos, con la oficialidad de la represen- tación política, cuyo objetivo último debiera ser lograr un acuerdo para un nuevo marco político. De todas maneras, es curioso que la propuesta de constituir la mesa atendiendo más a la disposición de las personas que al criterio de representación política, venga de un partido que siempre se ha opuesto a que, en las cosas de comer, entre a decidir alguien que no tenga detrás el apoyo del aparato de los partidos.

La segunda mención de Ibarretxe tiene como destinataria la manida cuestión de la legalización de Batasuna. De nuevo, el lehendakari de los vascos y vascas de occidente, en lugar de explicarnos qué ha hecho y, sobre todo, qué va a hacer para evitar el apartheid po- lítico en los territorios bajo su jurisdicción, se disfraza de ONG mediadora en conflictos y demanda a las partes que se arreglen: «presenta tú unos estatutos y tú no los mires con lupa». Por supuesto, si la fórmula no funciona, siempre quedará llevar a Otegi y a Zapatero al Diario de Patricia.

La tercera cuestión enunciada por Ibarretxe se refiere a la participación popular en el proceso democrático abierto en Euskal Herria. Propone que ésta se articule en torno a los ayuntamientos, con la constitución de foros impulsados por los gobiernos municipales.

La fórmula, desde luego, atiende a la tradición vasca de articular los movimientos reivindicativos de soberanía en base a las instituciones locales, aunque, visto el poder actual de las mismas, la composición y poca autonomía respecto a los partidos y, sobre todo, la terrible anomalía introducida por la Ley de Partidos en el reparto de concejales, no parece probable que la iniciativa fragüe, al menos antes de las elecciones de primavera. En cualquier caso, es de reseñar que incluso en el supuesto de que cuajara, todavía quedaría pendiente cuál va a ser la aportación del Gobierno de Gasteiz al proceso político, en qué términos se va a concretar su intervención y qué compromisos va a tomar.

Esta última cuestión, la de los compromisos, viene a ser como los inyectores del motor del proceso, y si los inyectores no funcionan, la gasolina no llega y el motor se para. A tenor de lo visto durante los últimos meses y de lo escuchado el viernes en el Pleno de Política General, los compromisos por parte de PSOE y PNV siguen brillando por su ausencia.

Patxi López decía que hay que hablar menos y hacer más. Que se aplique el cuento, porque no ha sido la fórmula que predica la que ha colocado el proceso democrático en una situación de estancamiento.

La izquierda abertzale encendió la luz de alarma allá por el mes de julio y han sido necesarios más de dos meses para que la sociedad perciba con crudeza lo precario de la situación. Todos y todas, sin excepción, hemos comprobado que los independentistas han asumido compromisos y éstos se han materializado; sin embargo, todavía desconocemos cuáles son los compromisos que adquieren los demás. Sólo sabemos que el Gobierno español tiene decidido reunirse con ETA, cuestión positiva pero insuficiente mientras no dé pasos para abordar la solución al conflicto vasco. Es cierto que la declaración de Zapatero atisbaba voluntad, pero, parafraseando a López, es hora de hechos y no de palabras.

La mesa de partidos ya debería ser una realidad, pero todavía sigue en stand by. Unos, el PSOE, siguen obstinados en seguir una hoja de ruta que plantea paz y solución al conflicto como fenómenos secuenciales y además divergentes. Craso error de estrategia del gabinete Zapatero, porque habría sido más cómodo para ellos seguir el modelo de la propuesta de Anoeta, abordando por separado la solución a los conflictos armado y político en lugar de condicionar el segundo al primero. Ahora, cualquier rectificación va a ser interpretada por el PP como un precio político a pagar por el fin de la actividad armada de ETA.

Otros, PNV, aplaudiendo con las orejas al Gobierno, cuando no colocando el carro delante de los bueyes. Los jeltzales siguen sin saber colocarse en el nuevo escenario, y tanto la pasividad de Ibarretxe como las boutades de Imaz son vivo ejemplo de ello.

La cuestión es que a estas alturas hay un proceso en marcha pero no está acordado el objetivo. Todos quieren proceso, pero sólo unos aceptan comprometerse con él. Este enunciado, en sí, muestra con contundencia la precariedad de lo que tenemos y, sin cambios, el proceso se para. Ahora que todos son conscientes de ello están a tiempo de evitarlo: compromisos, compromisos, compromisos. -


 
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