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Gara > Idatzia > Mundua 2006-09-24
Karen MARON
Catástrofe ecológica en la costa libanesa
Doscientos kilómetros de la costa de Líbano están afectados por el derrame de fuel de la central eléctrica de Jiyeh, cercana a Beirut, bombardeada por la aviación israelí el 14 de julio, dos días después del comienzo de la agresión israelí. Así, a la catástrofe económica y humanitaria provocada por los ataques israelíes se sumaba otra catástrofe, esta vez ecológica, con muy graves repercusiones.

La situación es muy dura económicamente. No hay turistas y no los habrá por mucho tiempo. El futuro no es muy promisorio», dice con cara angustiada Cristhian, el dueño de Al Zariya una confitería que vende delicias árabes. Su comercio está ubicado en una de las esquinas principales de la mágica Biblos, el histórico puerto situado a 30 kilómetros al norte de Beirut.

La autopista para llegar a la bíblica Gebal y la actual Jbail, considerada el pueblo más antiguo habitado del mundo, presenta las complicaciones producidas por el conflicto. La carretera que lleva a Trípoli se interrumpe en el puente Ghazir después traspasar varios indicios de misiles que han destruido puentes que no han sido reconstruidos.

Cuando la Tumba de Santa Rafqa se visualiza a la derecha, un hoyo de magníficas dimensiones en la carretera, obliga a los conductores a realizar maniobras peligrosas. A la altura de la localidad de Halat, centenares de vehículos se amontonan y desde allí la ruta costera atestada o el camino por las sinuosas montañas son las alternativas para seguir el camino. La causa es la desaparición de un bloque entero de carretera que se extiende por 70 metros, como si nunca hubiese existido y del que se tardará mucho tiempo en reconstruir.

El mismo tiempo que le llevará a los equipos técnicos coordinados por el Centro de Monitorización de Información ­un organismo europeo que brinda asistencia en zonas de emergencia­, que desde hace cinco días están limpiando con escasos recursos las quince toneladas de petróleo vertidas en el mediterráneo.

Son doscientos kilómetros de costa los que están afectados y Biblos, considerada Patrimonio Universal de la Humanidad, lo viene padeciendo desde el 14 de julio, dos días después del inicio de las hostilidades, cuando sus costas fueron inundadas por la marea negra causada por el bombardeo israelí de los depósitos de carburante de la central eléctrica de Jiyeh, cercana a Beirut.

Esa mañana las barcas de pesca amanecieron atrapadas por una espesa capa de gasolina y los pescadores encontraron los primeros peces y crustáceos muertos. «No tenemos trabajo desde hace dos meses. Creíamos que sería la mejor época de turismo y ahora no sabremos que hacer. Se inicio la limpieza pero esto tardará mucho en recuperarse», señala George tomando un «café turco» en el Biblos Fishing Club, más conocido como el Pirata de Biblos, el reducto donde estrellas como Brigitte Bardot y Marlon Brandon pasaban sus vacaciones en la década del sesenta.

Es que a la catástrofe ecológica se le suma la segunda catástrofe económica teniendo en cuenta que la mitad de la población vive de la pesca y el turismo. El departamento de Agricultura intenta coordinar la ayuda y asegurar una vía de financiación para los pescadores afectados intentando evaluar que no todas las especies se han visto afectadas para el consumo.

«Es el episodio de contaminación más grave que ha sufrido el Mediterráneo» señaló Maroun Moujabber el representante de la Asociación de Amigos de Biblos y destacó que este vertido es una gran catástrofe no sólo para Líbano sino para otros países. Las corrientes y vientos dominantes en esta época del año empujan esta marea negra hacia el norte y amenazan gravemente las costas de Chipre, Siria y Turquía pudiendo alcanzar el litoral griego si antes no se adoptan medidas urgentes para combatirlo.

Por su parte, el Ministro de Medio Ambiente, Yacoub Sarraf declaró que los aviones israelíes «atacaron a propósito los tanques más cercanos al mar» y derribaron las barreras que impedían que se derramaran sobre las aguas.

«Existe la posibilidad de que nuestro ecosistema marino en la costa libanesa ya está muerto. Lo que ahora está en juego es toda la vida marina en el este del Mediterráneo», afirmó Yacoub Sarraf.

Productos cancerigenos

Es que siguen apareciendo tortugas en peligro de extinción que mueren apenas dejan el cascarón, los peces flotan en las costas y el aceite llega a la capital donde la playa de Ramlet el Baida, literalmente Arena Blanca, está teñida de negro.

El aceite combustible derramado se utiliza para instalaciones energéticas y se trata de un combinado químico que contiene sustancias tóxicas como benceno, tolueno y cantidades menores de otros compuestos muy peligrosos como benzopirenos, y que amenaza a tres millones de habitantes de las zonas más afectadas por la marea negra.

Las sustancias son altamente cancerígenas y pueden provocar daños en el sistema endocrino y en el inmunitario por lo que el ejecutivo libanés anunció que demandará a Israel por los perjuicios ocasionados. -

BIBLOS


 
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