Han pasado mas de seis meses desde que ETA declarara su alto el fuego unilateral. Justo un mes después, en esta misma columna, alertábamos del riesgo que para el buen fin del proceso podía suponer que el Gobierno español adoptara posiciones como las mantenidas por el PP al gestionar la tregua anterior.

Y es que el Gobierno de Isabel y Fernando y de la Reconquista frente al Islam, se limitó a decir a todas horas que era una tregua trampa y como la situación era cómoda porque ETA no actuaba, dejaron pasar el tiempo sin iniciativas aptas para poner las bases del diálogo que pudiera dar inicio a la solución del problema. Pasó el tiempo, la situación se fue pudriendo y al final, pasó lo que pasó: ETA dio un paso al frente, dijo hasta aquí hemos llegado y reinició su actividad armada. Por eso, decíamos entonces, que sería un disparate repetir el mismo esquema en la nueva situación que se acababa de iniciar, salvo que lo que se pretendiera fuera que el llamado «proceso» fracasara otra vez.

Pues bien, transcurridos seis meses, hemos de decir que todo apunta a que los gestores actuales de la situación llevan el mismo camino que los peperos a los que tanto denostan. Incluso puede decirse que la deriva es peor, porque Aznar hizo algún movimiento de presos, ciertamente muy tímido y limitado, pero éstos, ni eso, al menos por el momento. Por eso no es de extrañar que haya más de uno que cuando oye hablar una y otra vez del famoso proceso, pregunte ¿de qué proceso hablan? Hasta ahora nada de nada, al menos que se sepa y se vea algún resultado, aunque sólo fueran gestos de buena voluntad. Algunos se escudan para justificar lo que no pasa en el rebrote de la «kale borroka», pero olvidan que ha habido varios meses sin incidentes de ningún tipo y tampoco hicieron gestos que facilitaran la marcha de las cosas.

Por si todo esto fuera poco, siguen los juicios contra vascos en la Audiencia Nacional, habiéndose iniciado recientemente el incoado en base a detenciones preventivas. Y sigue su interminable caminar el 18/98, en el que se presenta como peritos científicos y objetivos a quienes constituyen la punta de lanza del Estado en el conflicto. Mientras tanto, otro vasco recorre el filo de la navaja que separa la vida de la muerte, con su huelga de hambre en contra de la injusticia que con él se está cometiendo. 96 de cárcel por escribir dos artículos de prensa. Da lo mismo cual sea el contenido. Es la aplicación pura y dura del derecho penal del enemigo. Se pena al autor, no el hecho. Por ahora lo único que se les ha ocurrido es atarle a la cama para alimentarle a la fuerza. ¡Vaya gesto por la paz! -