Iñaki de Juana Chaos se encuentra en estos momentos en situación de prisión preventiva a la espera de un juicio, fijado para el día 27 de octubre, en el que el fiscal pedirá 96 (noventa y seis) años de cárcel por el contenido de los artículos “El escudo” y “Gallizo”, publicados en GARA.
Iñaki de Juana debiera haber salido en libertad el día 25 de octubre del 2004, teniendo en cuenta que había sido juzgado en base al Código Penal franquista de 1973, que suponía un límite de estancia en prisión de treinta años.
Una serie de decisiones de las distintas salas de lo penal de la Audiencia Nacional impugnan las redenciones de las que Iñaki se había beneficiado, y le mantienen encarcelado en base a la criminalización de dos de los artículos de opinión, escritos tras la negativa del ministro de Justicia español a su excarcelación.
Ante este flagrante delito de corrupción jurídica y moral por parte del ministro Fernando López Aguilar, del fiscal general del Estado y de los magistrados domésticos, Iñaki de Juana inicia una huelga de hambre el día 7 de agosto.
En un país donde reinara, no tanto la democracia, que sería demasiado, como la simple inteligencia, la frase del ministro Aguilar de «Construiremos nuevas imputaciones para evitar que sean excarcelados» le hubiera supuesto la inmediata y fulgurante destitución del Gobierno. Salvo que el presidente señor Zapatero participe de esa misma falta, de ese disparate jurídico.
La frase del ministro Aguilar me trae a la memoria el enfurecido bramido de Millán Astray, un 12 de octubre del año 36: «¡Muera la inteligencia!»... porque de los escritos inculpatorios de Iñaki de Juana, tal vez el que más les haya podido molestar es aquel en el que les increpa: «¿O es que todavía no os habéis dado cuenta de que tenemos un escudo invulnerable que no es otro que el de la razón?».
Ellos, ministro, fiscales, magistrados, directora de IIPP, parece que gritan, aunque sea en silencio, y que comparten la frase de Millán Astray. Actúan como si pensaran: «¡muera el Derecho!». Porque si el Derecho es algo, es precisamente inteligencia y razón.
Iñaki inicia la huelga indefinida de hambre el día 7 de agosto, en el límite de su ansia de cumplimiento de las reglas de Derecho. Recuerdo aquel mes de agosto, hace más de cuarenta años, cuando Txabi Etxebarrieta escribía aquellos versos que me sacuden el cerebro como una interminable txalaparta: «Pocos versos caben entre el hambre de los huesos./ Miguel dice que hambreaba dioses;/ yo, hombres hartos de justicia hambreo./ Voy pasando por la noche/ de las lágrimas inconclusas;/ por el tiempo de la muerte guerra a guerra./ Con escándalo pienso/ en los hijos amargos/ de este planeta hambriento».
La mayor exaltación de un opositor frente al autoritarismo ciego de la administración del estado opresor, es la de hacerse dueño de su propia vida. Abandonar el cuerpo a sus propias y únicas fuerzas físicas. En el desprecio sin límites de la destrucción moral a la que me quiere someter la falta de inteligencia, la huelga de hambre indefinida se convierte en el grito tan enérgico como silencioso de «en mi vida mando yo».
No voy a remitirme a torturas de fechas anteriores. Desde el 25 de octubre del año 2004, Iñaki de Juana está siendo torturado con tanta saña como vileza, con la tortura del anti Derecho. El suplicio va más allá de lo imaginable, cuando en la frontera del asesinato, le someten a la tortura de la alimentación forzada. Es la sublimación del poder, en el intento de mayor destrucción del hombre.
Magistrados de la Audiencia Nacional, ministro, directora de IIPP, fiscalía, presidencia de Gobierno, ¡eh ahí el montaje de la nueva pantomima de la irreverencia a la razón y del grito a la muerte de la inteligencia, de la destrucción del Derecho y del hombre!
«¿O es que todavía no os habéis dado cuenta de que tenemos un escudo invulnerable que no es otro que el de la razón?».
Manuel F. Trillo, profesor malagueño de Derecho, ha reclamado de Amnistía Internacional que adopte a Iñaki de Juana como preso de conciencia. Porque dice «existe un claro quebranto del principio de seguridad jurídica que es una de las bases de la convivencia en una sociedad». Y es cierto.
¿Es que hay un principio más básico y elemental, para cualquier opositor al gobierno, que la libertad de conciencia y de expresión?
Hoy el Gobierno seudo socialista del Estado español está más interesado en quedar bien con su oposición de extrema derecha, que en garantizar los principios elementales de Justicia y de Derecho.
Con todo respeto, no es Amnistía Internacional quien debe reconocer a Iñaki de Juana Chaos su calidad de «preso de conciencia», (aunque fuera bueno que lo hiciera) sino el propio Gobierno español. A él es a quien corresponde el restablecimiento de la justicia, y la excarcelación inmediata.
Me horroriza pensar que incluso ante la huelga de hambre, ante el grito de «en mi vida mando yo», ante mi último clamor, el gobierno irresponsable también le esté poniendo una mordaza, la de la alimentación forzada.
El sistema penitenciario español, desde la policía hasta la cárcel, intenta reconstituir la técnica de la corrección del detenido, que no del Derecho. Proyectan conseguir el sujeto obediente, el individuo sometido a hábitos, a reglas, a órdenes, a una autoridad que se ejerce continuamente en torno suyo y sobre él, y que debe dejar funcionar automáticamente en su interior. Se trata de formar individuos sometidos.
Todo no sometimiento, como acto inteligente, ciudadano y de derecho, será irremisiblemente castigado. Y el Gobierno del Estado construirá nuevas imputaciones para evitar que la máquina penitenciaria permita que sean excarcelados. -