Raimundo Fitero
Lecciones
No lo puedo negar: me está divirtiendo mucho ver los noticiarios, las tertulias seudopolíticas, escuchar las radios y mirar por mi otra pantalla, los periódicos digitales en los que las puñaladas siguen dándose de manera implacable. Un famoso líder de la ultra derecha mediática dice que vamos de tal manera que es «irremediable una guerra civil». Ojo. El chiste es muy duro. Y de su boca no ha salido un chiste en los últimos veinte años. Amando de Miguel es una suerte de zombi social, un desecho docente, pero lo ha dicho. Y le hacen caso. Cada día en varios medios de comunicación hay un ejército de quintacolumnistas antidemocráticos que están provocando con afición esta posibilidad. Demasiados miran hacia otro lado.
En “59 segundos” una parte de la profesión periodística se enfrenta contra el señor de los insultos, el portavoz de la jerarquía eclesiástica española, y le insultan de manera menor, pero allí está Pedro J, “El Tirantes”, que lo defiende con su señorío reconocido. No se puso el corpiño y el antifaz de milagro. Dos socios en los negocios y en la desestabilización. Dos golfos que dan lecciones de periodismo. Como dan lecciones de justicia los miembros del Poder Judicial. Todo el mundo da lecciones por televisión, hasta los árbitros de fútbol. ¿Quién dice que no se hace televisión formativa? Los de siempre: los resentidos. Nunca se ha hecho una televisión más aleccionadora. Lo que hay es que sabe descifrar correctamente los mensajes.
Si ante 192 muertos, en el mayor atentado en Europa, mienten tanto, los peritos, los otros y los de más allá dicen y se desdicen tantas veces, si ante el ilustrísimo señor Garzón se atreven a gritarle, lo acosan, se ríen de él, ¿qué estarán haciendo con las cosas ordinarias? ¿Cómo no va existir corrupción si recibimos lecciones de corrupción jurídica cada día varias docenas de veces? ¿Quién puede hablar en nombre de la Justicia? No hay nadie que pueda tirar la primera piedra. Ni la última. Todos están pringados, todos han hecho de la justicia un juguete de presión política y de encubrimiento especulativo. Aclaro lo del principio: me divierte el terror. O sea, me río para no llorar. -
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