ARRASATE
Elegante e inigualable. Dos palabras son más que suficientes para definir el ambiente que, durante todo el día de ayer y especialmente a partir del anochecer, se vivió en las calles de Arrasate. Y es que todo lo organizado era poco para honrar a la archiconocida patrona de los txikiteros, Maritxu Kajoi.
Los autóctonos salieron de casa a primera hora de la mañana, trajeados y con un escapulario que este año rechazaba la cantera que pretende agujerear Udalaitz, para almorzar y tomar los primeros txikitos en cuadrilla. Cabe reseñar, en este sentido, que en los últimos años se ha extendido entre los arrasatearras la idea de disfrutar de Maritxus durante el día, con comida y sobremesa incluida, ante la llegada masiva de visitantes al atardecer.
Intentar llegar a la Herriko Plaza minutos antes de que se celebrase la ofrenda floral ante la hornacina de la virgen del Rosario era casi misión imposible. Centenares de personas elegantemente vestidas se agolpaban, paraguas en mano, junto a la iglesia de San Juan. El tradicional acto comenzó con diez minutos de adelanto sobre lo previsto. El primero en aparecer fue un tren amarillo repleto de globos y pancartas contrarias el Tren de Alta Velocidad.
Tras depositar los ramos de flores y prender con fuego un arco, llovieron desde el cielo billetes con insignias contrarias a la «Y vasca». La lluvia cesó sólo un momento. La fiesta en honor a la patrona de los txikiteros continuó después hasta altas horas de la noche e, incluso, para más de uno, hasta bien entrada la mañana.