Las ya escasas ilusiones que la derrota electoral de Berlusconi había levantado parecen algo de hace casi un siglo. Berlusconi es historia vieja, pero el «berlusconismo» sigue dominando la escena política italiana. El Gobierno Prodi es tan berlusconiano que la «oposición» parece estar en crisis de identidad.
En nombre del papel internacional de Italia y del interés nacional, Prodi ha garantizado la presencia militar italiana en Irak hasta diciembre, respetando el calendario de Berlusconi; ha aumentado la presencia militar en Afganistán; ha enviado 2.000 militares en otra misión de ocupación, esta vez en Líbano.
Para Prodi y D’Alema es más difícil hablar de «misiones de paz» cuando los generales piden decuplicar los gastos militares para poder responder a los ataques de la guerrilla y satisfacer las demandas yanquis de mayor compromiso militar italiano. Y, sobre todo, cuando algunos periodistas denuncian que para esconder los crímenes de guerra los ocupantes ocultan o hasta falsifican los datos sobre las víctimas. Los viejos, los niños y los civiles muertos en los bombardeos de las aldeas de repente se transforman en peligrosos talibanes eliminados. Es suficiente poner cerca de los cadáveres algún fusil quitado a los guerrilleros para demostrar que en la «guerra al terrorismo» sólo mueren terroristas. El problema es que algún militar con el estómago mas débil ha empezado a hablar. En Líbano la situación es crítica: Hizbula y la resistencia nacionalista y de izquierdas han dicho que no se dejarán desarmar por las tropas extranjeras llegadas para defender a Israel.
Frente a ese contexto, el movimiento por la paz está en crisis. Su grupo dirigente histórico funcionarios y burócratas de Refundación Comunista y de otros partidos de centroizquierda hace de todo para evitar que las movilizaciones molesten al «Gobierno amigo». Los «pacifistas» que viven de las subvenciones de los ministerios organizaron una pequeña marcha al grito de «viva la ONU» el pasado 27 de agosto en Assisi. Raffaella Bolini de la Arci ha hablado del deber de los pacifistas de defender «la paz hasta con el envío de los militares», mientras el gandhiano presidente del Parlamento, el «comunista» Bertinotti, después de bendecir a las tropas italianas en la Avenida Imperial de Roma el 2 de junio, ha definido a los italianos en Afganistán como «militares de paz».
A pesar de la propaganda, la opinión pública sigue mayoritariamente contra las agresiones coloniales y la participación italiana en ellas, como reconocen las encuestas. Y dentro del movimiento contra la guerra empieza a concretizarse el objetivo de reforzar las movilizaciones la primera llevó a 10.000 personas a Roma el 30 de setiembre para representar en la escena política una opinión pública que ya no tiene ninguna representación institucional.
El no a la guerra sigue siendo un no. Con Berlusconi o sin Berlusconi. -