32 ª comite de seguridad alimentaria de la fao
«Los progresos contra el hambre, insignificantes»
En 1974, en uno de los principales informes de la FAO se concluía: «En seis años, no habrá hombre, mujer o niño sobre la Tierra que se vaya a la cama con el vientre vacío». En 1996, un documento similar se comprometía a que para 2015, el número de hambrientos, más de 800 millones, se reduciría a la mitad. Estos días, en Roma, la FAO analiza este último objetivo y reconoce que será imposible de alcanzar sin medidas urgentes. En la década de los noventa, esa cifra sólo se ha recortado en tres millones.
GASTEIZ
«Creo que nadie en Occidente ha reparado en este horror. O, más exactamente, sí se ha reparado en ello, pero en nuestras conciencias nada se ha rebelado», escribe Jean Ziegler, relator de la ONU para la Alimentación, en su libro ‘‘El hambre en el mundo explicado a mi hijo’’. Ese hambre que todavía mata a más personas que la combinación del sida, tuberculosis y malaria.«Esta realidad es sencillamente inaceptable en el siglo XXI», escribía en una carta abierta el pasado 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, James Morris. «Usted y yo podemos marcar la diferencia», increpaba. Y lo argumentaba con datos que clamaban a su conciencia: Tras satisfacer las necesidades nutricionales de la población, en Italia sobrarían suficientes alimentos para toda la población subnutrida de Etiopía; en el Estado francés, los alimentos sobrantes podrían alimentar a todos los que padecen hambre en la República Democrática del Congo; y, en los Estados Unidos, esos mismos excedentes cubrirían a todos los que padecen hambre en el continente africano. Este lunes arrancó en Roma la 32ª sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO, que en esta ocasión presenta la novedad de hacer balance de lo realizado en los últimos diez años para reducir a la mitad la cifra de personas que pasan hambre en el planeta, tal y como los gobiernos del mundo se comprometieron en una Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) en 1996. Pero el documento que se debate hasta este sábado lo deja claro desde el principio: «Desde 1990-92, el periodo de referencia para el objetivo del CMA, los progresos realizados en reducir el número de personas subnutridas han sido insignificantes». Esta severa autocrítica se traduce en que desde principios de la década de los noventa, «el mundo en desarrollo redujo el número de personas que padecen hambre en sólo tres millones, una cifra dentro de los límites del error estadístico». Lo dramático es que en la década anterior, la de los ochenta, ese número de hambrientos se había reducido en cien millones de personas y mientras esa tendencia a la baja se vino consolidando en periodos posteriores como 1990-1992 y 1995-1997, en los cuales siguió bajando otros 26 millones, se da la circunstancia de que entre 2001-2003, estas trágicas cifras volvieron a dispararse en 23 millones.
Críticas de la FAO
«Las promesas no sustituyen a los alimentos», recordó en voz alta el lunes el director general de la FAO, Jacques Diouf. «Lejos de disminuir, la cifra de personas que pasan hambre en el mundo está aumentando, a un ritmo de cuatro millones al año», subrayó.En la cumbre de 1996, los dirigentes de hasta 185 países, recordó el director general, consideraron el hambre mundial «inaceptable e intolerable» y hoy, «lamento informar de que la situación sigue siendo intolerable e inaceptable, tanto más porque han pasado diez años», recriminó. «Seguir trabajando como hasta ahora no es suficiente», señaló Diouf, que aseguró que no cumplir con el objetivo de reducir el hambre a la mitad antes de 2015 sería «vergonzoso». Las proyecciones que se expondrán estos días a los principales gobernantes del mundo y a aquellos cuyos países sufren el hambre, indican que el objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 lleva camino de incumplirse: unos 582 millones de personas podrían todavía sufrir subnutrición en el año 2015 en contraste con los 412 millones en el caso de que se consiguiera el objetivo. Uno de los hechos más preocupantes que se pondrán sobre la mesa es que este grave problema no se explica por una falta de disponibilidad de alimentos, porque la realidad es que en la última década la producción de alimentos en el planeta ha aumentado de manera considerable. «Hay más alimentos disponibles y todavía pueden producirse más sin ejercer una presión al alza excesiva sobre los precios», expone la FAO. «En cambio prosigue, falta la voluntad política suficiente para movilizar aquellos recursos en favor de la gente que padece hambre». En cualquier caso, a pesar de tanta conclusión negativa, la FAO se pregunta si ¿todavía es alcanzable el objetivo de la CMA para 2015? «La respuesta debería ser un ‘sí’ rotundo, siempre y cuando se emprendan y se intensifiquen inmediatamente acciones concretas». De momento, los únicos resultados positivos que verán estos días los gobernantes serán los de la reducción de la proporción de personas subnutridas en los países más empobrecidos. Si a principios de los noventa el 20% de la población mundial pasaba hambre, a principios del siglo XXI ese porcentaje se situaba en el 17%, lo que lleva a pensar que es posible cumplir en 2015 una de las metas de los Objetivos del Milenio de la ONU de situarse en el 10%.
América Latina
En el último decenio, el número de personas que padecen hambre en el ámbito de América Latina y Caribe bajó en siete millones. Por ejemplo, Cuba, Guyana y Perú han alcanzado el objetivo y Chile y Uruguay están cerca, mientras que Guatemala, Panamá y Venezuela han retrocedido; Haití tiene la mayor prevalencia.
Africa del Norte
Junto con el Cercano Oriente, los datos revelan que a pesar de que detentan la prevalencia más baja de subnutrición de todas las regiones más empobrecidas del mundo, en los últimos diez años el número de hambrientos ha crecido en 25 millones. Sólo Kuwait ha conseguido los objetivos marcados.
Africa subsahariana
Sigue siendo la región más insegura en alimentos del mundo. El número de subnutridos aumentó un 22% en una década, situándose en los 206 millones de personas. Sólo Ghana ha logrado el objetivo previsto, y países como Gabón van en buen camino. Las enfermedades y la guerra siguen lastrando muchas iniciativas.
Asia y Pacífico
En la región se ha logrado una reducción considerable en el número de personas subnutridas, disminuyendo entre 1990 y 2003 de 570 a 524 millones. Una tendencia que se consolidó gracias al tirón de China, con excepciones como la RP de Corea, y con la India que sigue con el mayor número de hambrientos del mundo.
La demanda mundial de cereal volverá a superar a la producción
La cumbre de la FAO esta semana en Roma también evaluará la situación de la seguridad alimentaria mundial. Así, se constata que 39 países del planeta necesitan asistencia alimentaria externa, al tiempo que se advierte de que la producción mundial de cereales bajará este año ligeramente. El problema se agrava si se tiene en cuenta que se espera que por segundo año consecutivo, la demanda de cereal supere a producción, «lo que debería conducir a la reducción de existencias mundiales de cereales». También prevé la FAO un aumento de los precios, sobre todo en el ámbito de los cereales, azúcar, y en menor grado, de la carne. -
El «orden asesino» de los especuladores bursátiles
GASTEIZ En 1963, la FAO creó lo que se llama Programa Mundial de Alimentos (PAM), que trabaja con aquellos países donde se da un déficit alimentario. Si uno accede a su página web, www.wfp.org, podrá observar casi en tiempo real las donaciones que los gobiernos o particulares hacen cada día y a qué países el PAM las redirige. Ayer, por ejemplo, se podían ver aportes económicos del Estado español a Perú, Sudáfrica o Afganistán, de Italia a Sudán, de Suiza a Angola,... Hasta el 23 de octubre pasado se habían donado 2.242.948.013 dólares, siendo EEUU el país más «generoso», con una aportación de 937.323.061 dólares hasta la fecha. El año pasado, la suma total de estas donaciones se elevó a la suma de 2.727.109.341 dólares, en 2002 fue de 1.813.759.605 y en 1998 de 1.724.019.221. ¿Es suficiente para combatir el hambre entre los más de 800 millones de hambrientos? La respuesta la aporta el suizo Jean Ziegler, relator para la Alimentación de la ONU, que pone el ejemplo de cómo en 1998, el PAM tuvo que cortar de raíz su ayuda a los refugiados georgianos, porque la situación alimentaria se tornó mucho más terrible en Somalia y sur de Sudán y no había para todos. Hambrientos por hambrientos, así de cruel. ¿Pero no afirma hasta la propia FAO que hay alimentos suficientes en el mundo para dar de comer a 12.000 millones de personas, el doble de las que habitan ahora? Sí, pero lo echan por tierra realidades como que una cuarta parte de la cosecha mundial de cereales sirve para alimentar al ganado vacuno con el que los países ricos se alimentan y disparan sus índices de enfermedades cardiovasculares. A hechos como éste hay que añadir que el mercado del cereal lo controlan las grandes compañías que se asientan a las orillas del lago Michigan, en Chicago, y que son las que especulan con los precios del trigo, el arroz, la cebada, y fijan incluso los precios al propio Programa Mundial de Alimentos, que no escapa a este negocio. Es el mercado quien regula quien come y quien no. Otro condicionante es el uso de la alimentación como arma, algo que sucede en zonas de conflicto, pero que también utilizan gobiernos o incluso multinacionales privadas, como hizo Nestlé en 1970 en Chile cuando Salvador Allende prometió medio litro de leche gratis a todos los menores de quince años, y el principal fabricante de alimentos del mundo conspiró con Washington para derrocarlo. ¿Qué hacer entonces? ¿Hay solución al problema del hambre? El propio Jean Ziegler, en ‘‘El hambre en el mundo explicada a mi hijo’’, da su particular respuesta: «Habría que cambiar el orden asesino del mundo. Una banda internacional de especuladores bursátiles, sin alma ni corazón, ha creado un mundo de desigualdad, de miseria y de horror. Es urgente poner fin a su reinado criminal».
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