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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-11-05
Achour Bouteldja - Ciudadano franco-argelino residente en Bondy-Seine Saint Denis
Muertos por nada (y II)

En banlieue se está produciendo la deslocalización de las instituciones, la huida de los poderes públicos y la fuga de capitales (presupuestos que se reducen o se suprimen). Para muestra otro botón: las y los orientadores profesionales de la ANPE están siendo sustituidos por autómatas de la República (restricción presupuestaria obliga). Uno acude a la oficina para demandar un empleo, conocer las ofertas, etc. y se encuentra con que ya no le atiende una persona, sino una máquina. Como la expedición de billetes automáticos del metro, la máquina te pregunta: Origen. Para las y los del [departamento] 93 o los D.O.M.-T.O.M. (Departamentos y Territorios de Ultramar): pulsar 1; Situación económica: familias perceptoras de ingreso mínimo de inserción (RMI): pulsar 2; Formación académica: sin titulación: pulsar 3. Con ante- cedentes penales: pulsar 4. Otras consideraciones suplementarias: Para los varones con barba que se visten con babuchas: pulsar 5. Para las mujeres, viste con velo y es alérgica al cerdo: pulsar 6...

El 17 de marzo de 2006, Jean Francois Matéi, directivo de la Cruz Roja francesa y ex ministro de la Salud, que hizo gala de sus conocimientos de medicina e intervención en situaciones de crisis, cuando la oleada de calor de agosto de 2004, ha ratificado una orden, adoptada en diciembre de 2005, por la que se cierran los dispensarios de Salud en Blanc-Mesnil (Epinay-sur-Seine) y en Drancy. El Centro de Drancy acogía al menos a 10.000 personas al año. Seine Saint Denis, que era desde el punto de vista sanitario un desierto, con una tasa de personal médico inferior a la mitad de la media estatal, pierde sus últimas estructuras humanitarias; ya que la sanidad aquí se asemeja a situaciones humanitarias. Si la cosa continúa así, pronto veremos a Médicos sin Fronteras en ciertos barrios.

Otra vuelta a la tuerca, los centros de maternidad cierran unos tras otros al mismo ritmo que aumentan las clínicas privadas. Algunos expertos han llegado a la conclusión de que el sector sanitario no es rentable en esta localidad. La medicina será más una acción y compromiso militante que una opción profesional. La psiquiatría, que es una de las áreas de intervención, debido al sufrimiento que ocasionan los procesos de exclusión, está a punto de quebrar. Hace tiempo que la prevención ha dejado de existir. Ha sido suprimida. Es el desmantelamiento a ritmo acelerado del estado de bienestar.

Para asegurar el papel de gendarme de la escuela, un día sí y otro también hay redadas en las escuelas primarias. Se pueden ver en numerosas escuelas de la región parisina (Norte y Este) pancartas en las que el profesorado demanda al Estado que cese su política represiva que criminaliza a los y las sin papeles y a sus criaturas, incluso estando éstas escolarizadas.

Ponen todo su empeño y efectivos en detener a obreras chinas que trabajan en talleres clandestinos, en situación de esclavitud (como sucedió en Drancy), pero se evita cuidadosamente el encarcelamiento de los patrones que se benefician de esta situación y que se aprovechan de este sistema.

Política social y derechos ciudadanos

¡Habría tanto que decir en esta fecha de conmemoraciones! Por un lado, se constata una gran amargura y desesperación. A pesar de que compartimos una comunidad de vida en común, somos incapaces de aunar todas las reivindicaciones en un frente común. Los sindicatos franceses, después de abandonar los suburbios, han recuperado parte de su credibilidad y legitimidad al posicionarse a favor de las reivindicaciones de un millón de jóvenes que se movilizaron contra la precariedad y el CPE (primer con- trato). El PS, a falta de propuestas, se opone tibiamente a algunas medidas de UMP. Los raperos se despellejan entre ellos y se debaten entre un futuro comercial individual o una acción colectiva con consecuencias penales (persecución judicial). Mientras tanto, el Estado ha delegado una gran parte de su papel en asociaciones cuya financiación está íntimamente ligada a la filiación política de concejales y alcaldes. Estos últimos eligen las cámaras de TV para hacer política, en lugar de patear las calles y hablar con la ciudadanía.

El pasado 17 de octubre, Nicolas Sarkozy prometió a los sindicatos de policías un endurecimiento de las penas para quienes ataquen a policías, gendarmes o bomberos. En cambio, para los integrantes de la 7ª compañía de la CRS, que han participado en violaciones colectivas de prostitutas, para quienes chantajean a conductores(as) de taxis, para los policías que cometen atropellos, para los altos mandatarios que se apropian indebidamente de fondos del Estado... para éstos existe siempre un tratamiento de favor. El agravio es bien patente. Triste efemérides para recordar. El 17 de octubre se conmemora el 25 aniversario de la masacre de cientos de argelinos(as) arrojados al Sena. Estos actos fueron obra de la Policía. Trágico destino. Extraña paradoja.

Hay una Francia seducida por el discurso y la obsesión de la seguridad. Sarko y Ségolene Royal (UMP y PS), con su estrategia de escalada del miedo, llevan a la población hacia un nuevo 21 de abril (como en 2002). Es necesario salir de esa falsa disyuntiva sin salida (lo estamos comprobando). El discurso de la seguridad y el miedo no hace más que reforzar a la extrema derecha. El discurso gira en torno a la firmeza y la mano dura contra los alborotadores. De las causas múltiples de la exclusión, apenas se habla.

Próximamente, a fuerza de transformar a los pequeños delincuentes en criminales y la criminalidad en problema irresoluble, se terminarán reabriendo los presidios de Cayenne y Nouméa (territorios de Ultramar) y Francia tendrá su Guantánamo particular. Puede que entonces, una matxinada en los suburbios comenzará a rapear sobre “Le temps des cerises”, el canto popular durante la Comuna de París (1870) que susurraba Louise Michel, fundadora de la Liga Internacional de Mujeres Revolucionarias contra la Guerra, cuando, derrotada la Comuna, fue deportada a una prisión de Nueva Caledonia. Allí tuvo por compañeros de infortunio a otros rebeldes de la Comuna Kabyle (1871) de El’Mokrani y a rebeldes kanak. Todos unidos bajo una misma acusación. A la unidad nacional le es ajena la divisa de la revolución. La fraternidad no es un asunto prioritario, de ahí el abandono de las banlieues desfavorecidas, esos territorios a caballo entre la ciudad y el campo. Esos lugares donde los excesos de la Ley disimulan, frecuentemente, la ausencia de Derecho. -


 
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