Se anuncia como un pieza inspirada en “Las Bacantes” de Eurípides, por lo que debemos afrontar las sugestivas imágenes que nos va proporcionando la escena desde una perspectiva dionisiaca. Cuerpos y almas en un rito urbano, en un juego casi historicista, en una conjunción de planos que confluyen en una tensión estética resuelta siempre por la danza. Los bailarines son quienes con sus cuerpos acaban conjugando todos los verbos y todas las acciones.

Sus cuerpos nos explican las almas, los sentimientos, las emociones que se escapan a través de sus movimientos o que convergen, que se exteriorizan o se interiorizan a base de gestualidad, con un acompañamiento musical que plantea estados de ánimo, que provoca ilusiones que acaban llegando desde lo auditivo a lo visual, porque es la iluminación la herramienta que ayuda a hacer los cuadros plásticos, esos eslabones que van configurando la gran cadena de escenas que van componiendo el puzzle, que acaban siempre en el principio, el cuerpo en su máxima amplitud, expresión, en estado puro o en transformación, siendo el contenido y el continente de un discurso final en donde la fiesta, la máscara se realiza por un elemento escenográfico, un atrezzo, una peluca o un cuerpo en su más esbelta realidad y tangibilidad.

Veinte años de trayectoria de la compañía se resumen en este espectáculo pleno de vitalidad, en donde el equipo demuestra calidades de primera categoría, acoplamiento a la idea general, en donde el espacio escénico ayuda a crear un ambiente adecuado para la celebración y en el que los elementos luminotécnicos, musicales y de atrezzo sirven al rito creativo, que se expresa en lenguajes reconocibles, pero con su punto experimental. Un gran trabajo. Cuerpos gloriosos y almas danzantes. -

Carlos GIL