MADRID
Que los organismos y militantes de la izquierda abertzale están en el punto de mira de los aparatos del Estado español, y que son objeto de constante seguimiento policial, es algo conocido en Euskal Herria, y así ha sido denunciado en multitud de ocasiones. Ayer, los «peritos» sacaron a la luz nuevos ejemplos de esta exhaustiva labor de persecución contra la izquierda independentista vasca.Los agentes de la UCI que declaran en el juicio empezaron a abordar las imputaciones personales contra cada uno de los procesados y, desde el inicio de la sesión, se refirieron a las grabaciones, escuchas telefónicas y seguimientos realizados sobre ellos. Una labor de espionaje que, como relataron, incluye a organizaciones legales y cargos públicos.
«Circuito de comunicación»
Al referirse a la pieza relativa a Ekin, dieron cuenta de reuniones y conversaciones telefónicas realizadas por las personas que ellos sitúan en esta organización. Hay que recordar que en las fechas a las que hicieron referencia de febrero a julio de 2000 Ekin ya había sido objeto de presentación pública, que algunos militantes habían comparecido ante los medios y habían concedido entrevistas, y que este organismo no había sido objeto de ninguna medida judicial en su contra. Pese a ello, aquellos que para la Policía española eran miembros de su dirección eran minuciosamente seguidos, filmados y escuchados. Al igual que lo son otros organismos y militantes abertzales, como ayer volvió a quedar en evidencia.
Porque, en el marco de esa labor de espionaje, el «perito» jefe mencionó cómo grabaron con vídeo la sede de LAB de Bilbo el 6 de mayo de 2000, donde, según su tesis, se habrían reunido militantes de Ekin.
También explicó que habían interceptado una conversación telefónica entre una trabajadora del sindicato y una joven que situó en Haika.
Este policía se refirió, además, a una reunión realizada en la herriko taberna de Durango entre algunos de los acusados y un representante de la agencia de prensa Amaiur Press Service (APS), y a encuentros realizados en Villabona y Altsasu por conocidos militantes de la izquierda abertzale, todos ellos espiados con la excusa de que eran «dirigentes de Ekin».
Asimismo, respecto a las escuchas telefónicas, el «perito» jefe hizo mención del término «circuito de comunicación telefónica». Hacía referencia, según dio a conocer, a las conversaciones mantenidas por las personas que para ellos son parte de la dirección de Ekin.
De esta forma, la persona que incluyen en ese «circuito» de conversaciones sería sospechosa para la Policía. Dato sin duda inquietante para amigos, familiares y conocidos.
La militancia como delito
En cualquier caso, y en lo que respecta a la pieza de Ekin, lo que en todo momento intentaron «probar» los policías concretamente el número 19242 es que los encausados en esta pieza eran militantes de esta organización. Nada más. Dejó en evidencia que lo único que se les puede imputar es eso, ser de Ekin, y que por ello fueron detenidos y encausados cuando esta organización ni era clandestina ni se escondía.
No hizo mención de ningún otro «delito» que supuestamente habrían cometido estas personas, algunas de las cuales han reconocido a lo largo del juicio que han militado en Ekin y han relatado su trabajo en favor de la construcción nacional de Euskal Herria. De hecho, procesados como Olatz Egiguren y Juan Mari Mendizabal comparecieron ante los medios en nombre de esta organización cuando nació en 1999.
Resulta que, siete años después, el «perito» trata de probar lo que ellos habían proclamado con anterioridad, y que es de lo único de lo que les acusan.
A las personas imputadas en esta pieza que han negado que militaran en Ekin, el policía los incluyó argumentando que habían participado en reuniones de esta organización o que en las se- des de Euskal Herritarrok en las que trabajaban se halló documentación de Ekin. No mencionó qué otra documentación de partidos, agentes sindicales y grupos sociales encontraron allí.
En otros casos, como el de Oiakue Azpiri y Marta Pérez, lo único que hay en su contra es que eran titulares de la cuenta corriente de la revista “Aldaba”, algo que ellas reconocieron en su intervención tras recordar que no se trataba de ninguna publicación clandestina.
Sobre ellas, el «perito» reconoció que «no tenemos constancia de ninguna actividad orgánica en Ekin». El fiscal pide doce años de prisión en su contra.
Los mismos años de cárcel que pide contra Xabier Arregi. El «experto» policial reconoció que el joven ni siquiera fue objeto de investigación por su relación con Ekin. «Fue detenido en una operación contra el aparato de captación de ETA, tras ser interceptada una carta dirigida a él. En el registro, se encontró documentación que le vinculaba a Ekin», señaló el «perito».
No mencionó que las declaraciones de Arregi a las que aludió en repetidas ocasiones fueron consecuencia de las torturas, como el joven denunció ante la Sala.
Por «mantener una relación estrecha»
«A David Soto le identificamos por las vigilancias a la sede de HB en Pamplona», afirmó el «perito» 19242. «Pero, ¿por qué lo relacionan con Ekin?», preguntó a continuación el fiscal. «Porque mantenía una relación muy estrecha con Jaime Iribarren», fue la inmediata respuesta del policía.
El «aguilucho» en el acto de Aritxulegi
Tanto el inspector 19242 como el «perito» 16596, que le tomó el relevo, mencionaron el acto celebrado en Aritxulegi con motivo del Gudari Eguna. El «perito» jefe señaló que había sido organizado por Ekin, y argumentó que «en el estrado aparecía su logotipo, la cabeza de ese aguilucho, el arrano beltza».
Menos mal que AEK no está encausada
Aunque el fiscal recordó que AEK no está incluida en este sumario, a preguntas suyas uno de los policías estuvo hablando casi tres horas acerca de la coordina- dora de alfabetización y euskaldunización de adultos, que la UCI sitúa entre «las grandes empresas del Proyecto Udaletxe».
