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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-11-08
Jon Sánchez Ibarluzea - Concejal Delegado de Cultura y Euskara del Ayuntamiento de Bilbo
¿De verdad no se salva nada en el BAD?

Con verdadera preocupación he leído la colaboración de Ramón Barea en GARA (4-11-2006), en la que se muestra extraordinariamente crítico con el Festival de Teatro y Danza Contemporánea BAD. Y digo con preocupación por dos razones: la primera por tratarse de un figura señera del Teatro en Bilbao, y la segunda porque no se trata de una crítica puntual sobre la organización del Festival, sino sobre éste en su conjunto, sin que aparentemente haya nada «salvable» en este evento que acaba de celebrar su octava edición.

Es imposible responder en detalle a todos los argumentos de Ramón Barea, por lo que me limitaré a apuntar algunos aspectos:

1. Es posible que el término «vanguardia» sea excesivamente ambiguo y carente de contenido, pero creo al mismo tiempo que es útil para entendernos. Y creo sobre todo que lo que se programa en BAD tiene un elemento común: el hecho de que la gran mayoría de los más de 200 espectáculos que ha ofrecido en sus ocho ediciones probablemente no se hubieran estrenado nunca en Bilbao si el festival no hubiese existido. Una cierta idea de «vanguardia» subyace también en el hecho de que BAD haya recibido hace bien poco un premio de ámbito estatal a la programación más innovadora, votado por compañías, grupos y productoras de artes escénicas.

2. Aduce Ramón Barea que «la presencia de profesionales vascos en este festival es entristecedora, escasa y mal pagada». En esta vida todo es relativo y está sujeto a interpretaciones diversas pero, concretamente en la última edición, 10 de las 26 compañías invitadas han sido vascas. Esta ha sido una constante en la trayectoria del Festival, o al menos eso hemos intentado. Eso sí, BAD no ha renunciado nunca ­más bien todo lo contrario­ a traer a Bilbao espectáculos foráneos de calidad (de nuevo un término relativo en el que puede surgir la discrepancia). Y, en cuanto a la retribución, no negaré que me gustaría que el presupuesto de Cultura fuera mayor, pero no dudo de que lo mismo pensarán el resto de responsables municipales de área. Tratamos de «sacarle chispas» a un presupuesto limitado, pero siempre de acuerdo con el convenio de la Unión de Actores Vascos-Euskal Aktoreen Batasuna.

3. Los espacios escénicos son también objeto de crítica: frente a la calle, las bocas de Metro, un «escaparate» (en realidad, el patio interior de un edificio histórico del Casco Viejo, cuyos bajos ocupa hoy día una tienda de moda), Ramón Barea reivindica «lugares adecuados, espaciosos, cómodos». Pero a la vez critica que el BAD tenga el Teatro Arriaga como uno de sus escenarios, y se queja de que no permitamos a la ciudadanía elegir, de que obliguemos al público a participar en un supuesto monopolio del Arriaga en la actividad teatral. Precisamente, la vocación del festival ha sido siempre que haya variedad de escenarios ­este año hemos habilitado dos nuevos­, aunque reconozco que no siempre convencionales: BilboRock es una antigua iglesia, La Fundición está en una lonja de Deusto, y hemos utilizado centros cívicos, el Mercado de La Ribera, y por supuesto la calle. “Itineris Apur Bad” agotó las entradas disponibles con bastante antelación, y ofrecía precisamente un itinerario por la estación del Metro, el hall de un hotel, la sede de Hika Ateneoa y el patio interior antes citado. ¿Poco convencional? Sin duda. ¿Inadecuado, incómodo o falto de calidad artística? Supongo que al público le toca juzgar.

4. La única crítica de Ramón Barea que no me merece todos los respetos es, más que crítica, acusación: «la vanguardista malversación de fondos públicos». Salvo que se trate de una licencia literaria cuyo sentido no alcanzo a comprender, estamos hablando de un acto delictivo, y yo agradecería que este tipo de acusaciones se formularan ­y mantuvieran­ en los juzgados. Puede que nuestras limitaciones superen a nuestro entusiasmo por tratar de hacer las cosas lo mejor que sabemos, pero en ningún caso ­repito: en ningún caso­ se nos puede acusar de malversación de fondos.

5. Tampoco se libra de crítica el «cataloguillo» del BAD, porque «sale cinco días antes del comienzo del festival con escasa distribución». Creo que se refiere a la revista oficial del Festival: 82 páginas, con el programa completo y artículos especializados, reflexiones, entrevistas, etc. Se comenzó a distribuir 16 días antes del inicio del Festival, si bien la programación ya había aparecido en revistas y medios mensuales, en los 120.000 ejemplares que se distribuyen de la programación mensual de cultura en Bilbao, en oficinas de turismo, bibliotecas, escuelas de teatro, centros cívicos, etc. Creo sinceramente que unos cuantos miles de personas recibieron a tiempo información suficiente. La cifra de 8.000 asistentes correspondiente a la anterior edición (aún no disponemos de los datos de este año) es, pienso yo, bastante satisfactoria. Sobre todo si hablamos de un festival «vanguardista», sin apenas presencia de artistas locales, con escenarios incómodos y que apenas se difunde. ¿De verdad no hay nada que se salve? -


 
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