La corrupción, otro factor decisivo en la debacle de los republicanos en EEUU
Junto con la cuestión iraquí, tanto los analistas demócratas como republicanos coinciden en que los escándalos de corrupción que han asolado al poder republicano han sido decisivos para su derrota. Cuestiones estas que, junto a otras, habrían movilizado a votantes independientes a mostrar su hartazgo. En esta línea, sondeos a pie de urna indican que la minoría hispana habría abandonado a los republicanos por su política contra la inmigración, muro incluido.
WASHINGTON
Aunque pasó bastante desapercibido, resulta sintomático que, en el discurso en el que asumió la derrota, el presidente, George W. Bush, hiciera mención expresa a los casos de corrupción que han salpicado a la formación republicana. «La gente quiere que sus representantes sean honestos y morales y en algunos estados, ha sido el principal factor», señaló Bush. Igual de sintomático resulta el que la próxima presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, haya desembarcado con la promesa de que «vamos a hacer de esta legislatura la más honesta, la más moral y la más abierta de la historia» de EEUU. El coordinador de la campaña demócrata, Rahm Emanuel, es tajante: «Si ves la lista, todas las circunscripcionees (republicanas) donde estaban en juego cuestiones de corrupción han caido del lado demócrata. En total ocho escaños, la mitad de los 15 que precisábamos para recuperar la mayoría». Una investigación interna realizada por el partido republicano y citada el miércoles por el senador John McCain, va más allá y asegura que «en las 29 circunscripciones que los republicanos tienen seguro perder, 19 han caído por la corrupción, no por Irak». Un sondeo al cierre de las unas de la cadena CNN apuntaba a la corrupción como la primera cuestión citada por los electores (un 41%) por delante de Irak (un 36%). Un «regalo» para los demócratas que, por lo menos en los últimos meses, no han hecho méritos para recibir. Y es que últimamente no mentaban el tema por temor a que se volviera contra ellos. Y eso que tenían munición a disposición: el veterano representante republicano Randy Cunningham purga ocho años de cárcel por aceptar sobornos de la industria de Defensa. Otro, Bob Ney, ha reconocido su participación en una red de tráfico de influencias liderada por lobbysta Jack Abramov. Sin olvidar al líder de la mayoría republicana, Tom Delay, quien tuvo que abandonar el Congreso por su implicación en una red de financiación electoral y está siendo investigado por su relación con Abramov. Sin obviar el impacto de los escándalos sexuales que han salpicado a representantes republicanos en la recta final de la campaña, el nivel de participación, inusualmente bajo para los estándares europeos y democráticos pero algo superior a las elecciones de 2002 (votó el 41% de los inscritos, que no del censo total), no apunta a una desmovilización del voto ultraconservador y ultrarreligioso sino a una, siempre relativa, movilización de los independientes, que habrían inclinado finalmente la balanza del lado demócrata. Sondeos a pie de urna apuntan a que sólo un 26% de los votantes hispanos apoyaron a los republicanos, defensores del muro en la frontera, el mismo índice que hace diez años.
Irak: Bush, abierto a sugerencias mientras los demócratas hablan de «redespliegue»
WASHINGTON Tras reunirse con su Gabinete para analizar la situación creada después de los comicios, el presidente Bush se mostró abierto a sugerencias sobre Irak, concretamente «a cualquier idea o sugerencia que nos ayude a lograr nuestras metas de derrotar a los terroristas (sic) y garantizar el éxito del Gobierno democrático en Irak». «No importa de qué partido sea uno, todos tenemos la responsabilidad de garantizar que nuestras tropas cuentan con los recursos y el apoyo que necesitan», señaló conciliador, sin olvidarse de incluir el mensaje patriótico. Bush almorzó ayer en la Casa Blanca con la futura presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, «un mal trago», reconoció uno de sus principales consejeros, Dan Bartlett. El legislador demócrata John Murtha, uno de los más firmes partidarios de la vuelta a casa de los soldados de EEUU, señaló que «el primer paso para la estabilidad en Irak es el redespliegue», término que evoca indefinición. No se espera que los demócratas rompan con esa indefinición por lo menos hasta la publicación en enero del informe que prepara el bipartidista Grupo de Estudio sobre Irak. No se pueden olvidar las divergencias sobre este tema en el seno demócrata. Más consenso suscitan sus planes de ayudas a los veteranos, mejoras en los equipamientos militares y control del gasto y el fraude en Irak. El senador republicano Jon Cornyn señaló a los demócratas que «queremos escuchar cuál es su plan para ganar la guerra contra el terror (...). Es el momento de que nos lo digan».
La sustitución de Rumsfeld por Gates refuerza a Condoleezza Rice
WASHINGTON
La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, saldría
reforzada tras la derrota republicana que ha costado la cabeza a su viejo
adversario, Donald Rumsfeld, reemplazado en la jefatura del Pentágono por Robert
Gates, un veterano, como ella, de la Presidencia de Bush padre.
Rice elogió ayer al destituido Rumsfeld por servir «a su
país con honor y habilidad en una etapa difícil» y se mostró encantada de
trabajar con su sucesor, por el que aseguró tiene «un profundo respeto». Ambos
se conocen bien de la época en la que sirvieron a Bush en el Consejo Nacional de
Seguridad entre 1989 y 1991.
Duro golpe para Cheney
Para la revista progresista Rolling Stone, la elección
de Gates, un «confidente» de Rice, es una «jugada maestra de la actual
secretaria de Estado» y «un duro golpe para (el vicepresidente) Dick sigamos a
toda máquina Cheney».
Danielle Pletka, analista del centro de investigación
conservador AEI (American Enterprise Institute) matiza esta afirmación,
señalando que, en todo caso, «la influencia de Rumsfeld había menguado mucho en
los últimos años».
No falta quien apela ahora al «multilateralismo» de
Rice, coincidiendo con las crecientes voces en el seno de los republicanos que
apelan a un giro al centro político.
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