Las acciones de oposición directa a la construcción del Tren de Alta Velocidad están contribuyendo, al menos, a que las preguntas sobre su conveniencia hayan saltado a la primera página informativa. Desgraciadamente, el debate ­que comienza cuando las obras ya están en marcha­ está todavía dominado por apelaciones demagógicas como la que ayer realizó la consejera de Transportes del Gobierno de Lakua, Nuria López de Gereñu, cuando afirmó que «los vascos que queremos ganar y construir el futuro de este pueblo, estamos a favor de este tren. Lo preocupante es que una minoría pretenda realizar una especie de imposición sobre la mayoría». Son manifestaciones de un maniqueísmo infantil. Entre otras razones porque entre quienes defienden alternativas sociales al TAV se encuentran, por ejemplo, sindicatos tan representativos como ELA y LAB. Euskal Herria ya conoció con anterioridad debates en los que los defensores «del progreso» auguraban un negro futuro si no se aceptaban imposiciones como las de la Central Nuclear de Lemoiz. Aquella central nunca se construyó y el cielo no se desplomó sobre nuestro país. Esta demagogia está de sobra. Hay que ir a los datos y los estudios. Y algunos de estos estudios, realizados por reputados especialistas, señalan que el TAV no va a traer beneficios para Euskal Herria. Otros, más concretos, como el que hoy publica este diario sobre el impacto en el valle de Atxondo, auguran el despoblamiento de un pueblo entero. Por eso, quizá, ese estudio está guardado desde 2003. Ya basta de películas de buenos y malos. -