Hay momentos en que la política y sus cosas me desconciertan y no alcanzo a entender el porqué de las cosas que ocurren. Ayer el editorialista de “El país” me ayudó a entender algunas de ellas.Decía el escribiente más próximo al Gobierno español que «la detención de tres presuntos miembros de ETA ayer en Francia es seguramente una de las consecuencias que anunció el presidente del Gobierno tras el robo de armas de Nimes». Algo era ello.
Y el editorialista se ufana de su efectividad y pone su esperanza en actuaciones así:«Es de esperar que esas detenciones tengan también consecuencias políticas respecto a la desconfianza del primer partido de la oposición en relación a la actitud del Gobierno en estos momentos críticos del proceso iniciado con el alto el fuego de marzo».
Y se sacaba de la manga un “Zutabe” conocido y distribuido hace ya algún tiempo para asentar su posición y su inmovilismo:«El último Zutabe de ETA, conocido ayer, justifica el rebrote de la coacción callejera como respuesta a las actuaciones judiciales y policiales contra la ilegalizada izquierda abertzale; pero no puede haber pasividad policial mientras ETA se rearma, ni legalización mientras Batasuna rehúsa desvincularse de la banda y de esa coacción. El bloqueo existe, por tanto, pero no porque el Gobierno no ceda lo suficiente, como ha vuelto a insinuar Otegi, sino por el temor de Batasuna a hacer política sin el amparo de ETA, como dijo ayer Josu Jon Imaz». Ya empiezan las loas al socio.
Y es que a “El País” le parece que «la firmeza del líder actual del PNV contra la pretensión de ETA de ‘condicionar el debate con la violencia, rompiendo las reglas de juego pactadas por todos’ es un rasgo que favorece la dinámica del proceso y que se une a la inercia social creada por los tres años y medio sin muertos, que hace más costosa para ETA la vuelta a las armas».
Hacia el final empieza a hablar más claro, si cabe:«Las
cosas están mal, pero peor lo tiene ETA, y eso hace que todavía estemos ante una oportunidad mejor que las de 1989 y 1998. El juicio contra el asesino de Ordóñez recuerda de dónde venimos, y las detenciones de Francia desmienten que el Estado esté en tregua: ambas cosas deberían permitir orillar tanta desconfianza y reemprender el camino de la unidad democrática antiterrorista». A eso, una amiga mía le llama jugar con fuego. -
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