Reconozco que hoy me infunde cierto morbo verme potencialmente atractivo para las mentes más calenturientas, que con preguntas más o menos atrevidas me imaginan metido en bacanales que ya quisiéramos la mayoría de los humanos. Tiene su gracia que veinte años después pueda bromear sobre la situación personal, es a lo que se llega tras intentar cambiar un mundo que gira siempre igual y a miles de millones de personas que siguen repitiendo los mismos roles y errores.

La ventaja de estar curtido en muchas luchas contra personas e ideas enrocadas y llenas de prejuicios es que te quedas con una especie de escudo protector, que evita no sólo caer en la provocación, sino que incluso relativizas las desavenencias ideológicas y las formas de quienes de manera inexplicable se erigen en sabedores de lo que viven otros. Es la ciencia más vieja, la de la observación de los comportamientos ajenos y en esto he de reconocer que tengo callo. Esta semana he podido comprobar que a empujones, ya rituales en estas fechas, nos han tomado la delantera los expertos y salvadores que ya han difundido sus opiniones sobre cómo vamos de bien y qué tonto es el que se infecte.

Los mensajes ya empiezan a producirme ardor de estómago, los ritos de aparecer esplendorosos y reconociendo por la boca pequeña que llegamos a cifras alarmantes o que los fallecidos son muchos millones sólo demuestran la incongruencia de quienes priman fotos, gestos y ayudas institucionales y de multinacionales criminales al compromiso supuesto a defender la verdad y nuestros derechos.

¿Qué puede impulsar a erigirse traductor, experto, defensor o lo que sea a quienes no tienen el valor de dar la voz a quien deben? Reconozco que es lo de siempre, pero si no frenamos este sida lamentable, seguirá siendo sólo interesante para los que creen hacerlo todo fenomenalmente bien.

En este día especial, realizar sólo gestos y recuerdos vacíos de compromisos sociales es obviar el verdadero problema, que pasa por solucionar los conflictos de desigualdad, de pobreza, de hambre, de asistencia... Tenemos que solucionar y denunciar el papel de las multinacionales y de las ideas religiosas conservadoras, entre ellas la más cercana a nosotros, que aun después de 25 años sigue negando el uso del condón.

No podemos callar ante los que con una sonrisa ya burla se erigirán de nuevo en protagonistas en nuestro día. Deberán aprender a respetar por diferentes y discordes que sean nuestras palabras y los silencios, nuestra memoria y nuestro querer vivir de una u otra forma. Hoy es un buen día para recordar a los que no pueden vivir más que en nuestra memoria colectiva, aprendamos de los errores y denunciemos a los falsos protagonistas. Hoy es nuestro día, muxuek! -