En 25 años ha cambiado mucho la visión de la enfermedad, hemos aprendido mucho y muy rápidamente sobre un virus. Hemos aprendido también a relacionarnos de una manera distinta con las drogas y con el sexo, y hemos ido adecuando el activismo antiVIH con estos nuevos conocimientos.Hasta la aparición de los primeros antirretrovirales, a mediados de la década de los 90, la labor del movimiento ciudadano antisida fue la de intentar paliar el sufrimiento, al mismo tiempo que reclamaba una prevención sin valoraciones morales sobre las practicas sexuales o los hábitos de consumo de drogas. Nos hicimos expertos en la agonía y en el duelo, mientras nos mordíamos los labios de rabia ante tanta muerte injusta. En la actualidad la labor de las ONG que luchan contra el sida se ha diversificado y sofisticado.
Desde los primeros planes para el intercambio de jeringuillas se ha avanzado mucho, pero todavía vemos las reticencias que hay por la Administración para la implementación de salas de inyección o de la dispensación terapéutica de heroína para los usuarios que han fracasado en otros programas de rehabilitación.
En el campo de la prevención se lograron éxitos relativos en la pasada década, el uso del condón se fue generalizando, si bien la prevención, tan importante en la salud publica, está en manos de las ONG en las que las administraciones la han delegado, seguramente por salirles mas barata, ya que con unas migajas de su presupuesto se evaden de su responsabilidad.
Pero no nos podemos olvidar de la situación de esos países donde esta pandemia nos muestra su lado más cruel, donde no es posible acceder a los nuevos tratamientos y al desarrollo de estrategias preventivas eficaces.
No se puede olvidar tampoco la penosa situación que ha existido y existe en las cárceles, si durante años la ecuación de cárcel y sida se convertía injustamente en una condena a la pena de muerte, en la actualidad no ha variado mucho.
Como tampoco se ha conseguido erradicar la estigmatización de las personas seropositivas o en sospecha de serlo, especialmente en aquellos colectivos vulnerables como las personas que ejercen la prostitución, homosexuales, usuarios de drogas, transexuales, personas privadas de libertad, emigrantes, personas por debajo del umbral de la pobreza o las mujeres. Es necesario redoblar esfuerzos para eliminar la discriminación social y laboral que sufren las personas que viven con el VIH.
El movimiento ciudadano, contra el VIH-sida podemos seguir gestionando los servicios que no cubren las administraciones y seguir haciendo campañas de prevención y sensibilización, pero no olvidamos que la lucha sigue siendo por la defensa de los derechos humanos y la concienciación comunitaria para lograr los cambios políticos necesarios. -