Después de 25 años de epidemia, vemos que el sida ha cambiado, que tiene cara de país empobrecido y, además, vemos que es una pandemia muy devastadora. Atrás quedaron mensajes preventivos que llegaban a algunos colectivos tachados por buena parte de la sociedad de «pecadores». Hoy es diferente. El sida es un problema de todas y de todos. Está claro que los mensajes preventivos no llegan a toda la población y no seré yo la que juzgue esto; la Sanidad vasca apostó por la reducción del daño, pienso que es pionero en este tema en todo el mundo y es la entidad adecuada para diseñar y evaluar este área.

Pero las ONG tenemos aquí una responsabilidad importante: velar por los derechos de las personas seropositivas vascas, trabajar conjuntamente en pro de una prevención adecuada, pero también saber amoldarnos a la realidad actual.

Esta realidad pasa por tener en nuestras agendas de trabajo la cooperación al desarrollo como algo importante. Sin olvidar lo local, lo cercano, que al fin y al cabo es nuestro trabajo principal, apostamos desde Itxarobide por el trabajo en red con el resto de organismos internacionales y nos ponemos como objetivo incidir en las políticas del gobierno para que el sida sea un asunto primordial en sus agendas. También queremos «apasionar» a otras entidades sin ánimo de lucro de nuestro trabajo diario, con el objetivo final de crear alianzas, cuyo fin sea trabajar con más fuerza y rigor en la atención, la prevención y el cuidado de los afectados y afectadas y sus entornos. El activismo vasco en la lucha contra el sida es variado, se están llevando a cabo proyectos muy novedosos y necesarios y pienso que nuestros objetivos generales son comunes y compartidos.

25 años después, el sida existe y parece que no se va a marchar... Piénsenlo. -