Festín completo
Abrió la noche Juan Crisóstomo de Arriaga con la “Obertura en re mayor nº 20”, de airosa elegancia, catando una línea melódica de cuerdas agudas dulzona para encantar. De segundo plato musical el “Concierto para violín y orquesta en re menor Op. 47” (1904), de Jean Sibelius que, incapaz de lograr una postura cimeracon su violín, compuso este endiablado concierto para violín, que supone para cualquier intérprete, en este caso Boris Belkin, avezado y purista con su violín en las pinceladas difíciles y exigentes de esta obra elaborada por Sibelius callejeando por los entuertos más estéticos y exploratorios del violín de sus amores. La impertérrita elaboración cifrada en las dobles cuerdas llevó a Belkin a materializar los alados ascendentes y descendentes del instrumento desarrollando tal maestría y uso técnico como para asombrar al respetable y a la compañía orquestal. El Adagio complementador a los dos Allagros abrió en dúo de vientos para alimentar el lirismo solista más sereno. Este deslumbrante concierto concluyó con carrerillas virtuosas del violín solista.
Y como colofón, la BOS se adentró en el “Poema Sinfónico Pelleas and Melisande, Op.5” (1905), de Arnold Schoënberg. Las 17 secciones de que se compone pueden reducirse a cuatro amplias, como sinfoníasque se hilan melódicamente entreverándose armónicamente. Los timbres instrumentales incitan a la orquesta, que redondea unos climax vibrantes iniciados por una familia instrumental cada vez que arranca. Aplausos incesantes. Un festín musical abierto y exquisito. -
OTXANDIO
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