LAS PALMAS 6
ALAVES 1
GASTEIZ
A pesar de la conjura de la plantilla se fundió en una significativa piña de 20 segundos antes del comienzo del partido, que había prometido que todo lo sucedido entre semana no les iba a afectar, el bochorno vivido por todos los alavesistas tras los desmanes de su presidente se trasladó ayer al césped del estadio Insular de Las Palmas, donde el equipo gasteiztarra sufrió otro duro golpe en su débil línea de flotación. La plantilla es, hoy por hoy, el único recurso que le queda a la afición albiazul pero, al menos ayer, los profesionales alavesistas demostraron estar tan desorioentados como la mayoría de la masa albiazul y fueron un juguete en manos de un equipo que salió de los puestos de descenso, superando en la tabla a los gasteiztarras.
Lo peor de ayer es que el equipo canario no tuvo que hacer ni mucho menos el juego desplegado el sábado pasado por el Sporting para hacerle seis goles, sino que le bastó con esperar a los errores cometidos por la zaga visitante, especialmente por la izquierda. De nada sirvió el esquema de tres centrales impuesto por la comisón técnica, ya que los fallos albiazules se sucedieron y los amarillos tuvieron una efectividad plena al sacarles partido.
Así, en el primer cuarto de hora Márquez le sacó los colores a Brandán, robándole la cartera hasta en dos ocasiones los albiazules protestaron en ambas, poniendo por delante a su equipo por 2-0. Superado el golpe inicial y la lesión de Martin Astudillo, sustituido por Mehdi Lacen, el Alavés pareció dar un paso adelante al término de la primera mitad, con dos buenas opciones de Aloisi y Gaspar Gálvez, que mandó el balón al larguero.
Sin embargo, las pocas ilusiones se desbanecieron en otro abrir y cerrar de ojos. En otra jugada desafortunada, Mateo se hizo un autogol en un corner y seguidamente Jandro fue expulsado por recibir su segunda tarjeta amarilla por protestar.
A pesar del gol de Edu Alonso al aprovechar un error de Castillo cedido por la Real, la debacle no hizo sino aumentar de manera exponencial y el vía crucis albiazul fue de lo más doloroso. Por si la forma en la que se sucedieron los goles amarillos no fuera lo suficientemente dura, el equipo gasteiztarra terminó con nueve jugadores por la lesión Aloisi con los cambios cubiertos y el Alavés terminó pidiendo clemencia a un rival que no quiso hacer sangre de un rival completamente desquiciado.