El sábado estuve en el Palacio Euskalduna. Acudí por dos motivos: para expresar mi reconocimiento a la iniciativa y a la labor desarrollada por Ahotsak y para unir mis esfuerzos a los de otras mujeres y contribuir, desde mi humilde aportación, a lograr una paz justa y duradera en Euskal Herria.

Siendo consciente de las dificultades y de los obstáculos existentes, me gustaría compartir algunas reflexiones con las personas que lleguen a leer estas líneas. A mi modo de ver, un proceso de paz conlleva movimientos. Para moverse, es necesario romper o desatar los anclajes que nos inmovilizan y no nos permiten avanzar.

Un proceso de paz significa poner en marcha políticas de reconocimiento que sustituyan a las políticas de confrontación y penalización. Esas políticas de reconocimiento deben ir acompañadas de un compromiso explícito con el discurso y la cultura del reconocimiento de todas y cada una de las partes interesadas en resolver el conflicto de forma no violenta ­incluida aquella que se ha rechazado y condenado anteriormente­, estableciendo conexiones que nos permitan conocer y escuchar los otros puntos de vista, posibilitando una interlocución permanente y estable, a pesar de los avatares, y asentando relaciones dialógicas basadas en dos premisas: igual respeto e igual oportunidad, garantizando mutua y recíprocamente esos derechos. Para ello, es fundamental derogar la Ley de Partidos, puesto que si una de las partes está criminalizada no se puede entretejer nada (entretejer es trenzar, una en la otra, las esperanzas de todas las partes interesadas).

Respetar no quiere decir estar de acuerdo (siempre o en algunas ocasiones), pero sí reconocer y reivindicar el derecho de la otra parte a la representación y difusión de sus ideas y de sus propuestas, en igualdad de condiciones. Ahora bien, ¿cómo alcanzar un horizonte de acuerdo sin llegar previamente al horizonte de la comprensión de los distintos factores que desencadenan las violencias?

En estos momentos de incertidumbre, debemos liberar toda nuestra creatividad. Cuando algunos sectores están deseosos de que el proceso de paz entre en un estado de agonía, yo, jugando con los versos de la activista y poeta Adrienne Rich, os digo: ya me he unido al movimiento y estoy entrando en esta profunda corriente... Actuar para hacer realidad nuestros sueños. Entre el vuelo y la (re)caída, elijo el vuelo. -