SANTIAGO DE CHILE
En la madrugada del domingo Pinochet fue ingresado en el Hospital Militar de Santiago con un infarto de miocardio y un edema pulmonar. Tan grave parecía su estado, según sus allegados, que unas horas después de su ingreso recibió la unción de los enfermos y todo parecía indicar que, a una semana de haber cumplido 91 años, su vida se acababa. Veinticuatro horas después, «su condición de gravedad se mantiene», pero «la evolución del paciente ha sido satisfactoria», , según señaló ayer el doctor Juan Ignacio Vergara.
La Corte de Apelaciones aprobó ayer, curiosamente, la libertad provisional de Pinochet, que estaba bajo arresto domiciliario desde el 27 de noviembre. Ese día fue procesado y quedó detenido por orden del juez Víctor Montiglio como autor de secuestro y homicidio de Wagner Salinas y Francisco Lara, ejecutados por la llamada «Caravana de la Muerte». La excarcelación del ex dictador fue aprobada por unanimidad en la V Sala del tribunal de alzada, que le fijó una fianza de 1.880 dólares.
Si fuera verdad estaría muerto
De hecho, la salud de Pinochet fue el epicentro del debate que mantuvieron su defensa y los querellantes. Mientras Pablo Rodríguez, defensor de Pinochet, afirmó que los juicios son parte «de una persecución política infame», el querellante Hugo Gutiérrez sostuvo que éste no es un perseguido, sino «un criminal» que utiliza su salud para evitar a la Justicia. Gutiérrez aseguró que no tiene dudas de que la enfermedad de Pinochet es un montaje. «Yo he consultado con algunos cardiólogos y me han dicho que una persona que sufre un infarto de miocardio, que tiene un edema pulmonar, que tiene 91 años y que es diabético, si efectivamente fuera verdad lo que pasó, estaría muerta», afirmó.
«No estaría como esta persona (Pinochet), que está lúcida, consciente y conversando con sus familiares. Esta es otra de las grandes mentiras que la defensa, junto con Pinochet, se atreven a efectuar para evitar una persecución penal», añadió. En el hospital militar, en tanto, ayer continuó el desfile de parientes y colaboradores de Pinochet. También llegó al hospital el arzobispo de Santiago, Francisco Javier Erráruziz Ossa, que consideró «su deber» orar por la salud de Pinochet.
Los familiares de las víctimas de Pinochet, en tanto, se declararon preocupados de que el ex dictador muera sin haber sido condenado por las violaciones a los derechos humanos perpetradas por su régimen.