El informe publicado coincidienco con el 60 aniversario de Unicef señala un doble objetivo: eliminar la discriminación por motivo de género y promover políticas dirigidas a asegurar la autonomía de las mujeres. De este modo, la organización internacional hace causa común con el Objetivo del Desarrollo del Milenio 3, que establece un nexo indisoluble entre igualdad de género y desarrollo. En lo que afecta al ámbito de actuación de Unicef, esta entidad constata que allá donde hay mujeres autónomas hay niños y niñas que viven en una situación de mayor bienestar.

Los ámbitos de actuación que se proponen cara a conseguir la desaparición de las barreras de género son diversos: educación, legislación, cuotas legislativas... aunque en la «hoja de ruta» de Unicef parece destacarse la importancia de dos esferas de trabajo: de una parte las que el organismo denomina asociaciones de base de mujeres y de otra los gobiernos. En este sentido, resulta interesante que se reconozca y se apueste por la participación de las primeras en la labor fundamental de poner en marcha proyectos que favorezcan la desaparición de la discriminación. Del mismo modo, a los gobiernos reclama Unicef inversiones presupuestarias para acabar con las situaciones de marginación que padece la mitad de la población del mundo, ya que aunque la pobreza sitúe a las mujeres de los países en desarrollo ante una situación vital infinitamente más injusta, los países desarrollados tienen también un camino importante que recorrer para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.

Si la lucha por la alimentación, la educación universal, contra el paludismo y otras enfermedades o en favor del respeto al medio ambiente consagra un papel fundamental a las mujeres de los países más pobres, hasta el punto de que sin ellas las posibilidades de que las sociedades hagan frente a tan graves problemas se reducen drásticamente, en los llamados países desarrollados la desigualdad en los ingresos, la escasa presencia en la esfera política, la violencia de género o el deficiente reparto de las tareas domésticas, de crianza de los hijos y de atención a los ascendientes enfrenta a las sociedades a una situación que es preciso atajar con urgencia, so pena de anclar modelos que no sólo son injustos sino que ponen en quiebra el principio de igualdad que es esencial al modelo democrático. Diferentes situaciones pero un objetivo compartido que importa a la ciudadanía y a los poderes públicos. -