Un enorme grabado de Nagel, que reproduce un detalle ornamental de uno de los puentes donostiarras, recibe al visitante que se prepara para bajar las escaleras de la galería Ekain, en la Parte Vieja donostiarra. Le acompañan dos pequeñas obras de Balerdi y un óleo de Zumeta. No son más que la carta de presentación de una exposición que recoge obra de artistas que han ido exponiendo a lo largo de los siete años que tiene la galería.

«Chillida, por ejemplo, no ha expuesto nunca, aunque sí ha participado en colectivas, pero sí lo han hecho su hijo Gonzalo y su hija María. También Nagel o Koldobika Jauregi han participado en colectivas. Este último lo ha hecho de forma repetida, porque es para mí un artista de una gran proyección», dijo el galerista Juan Kruz Unzurrunzaga, señalando los trabajos que cuelgan de la primera pared de la sala.

Figuran en calidad de invitados Antoni Tapies, Antonio Saura y Manolo Valdés, pero los de casa cobran mayor protagonismo. Juan Luis Goenaga, por ejemplo, tiene una presencia mayor, con varias obras de la última etapa en la exposición, con colores que remiten a la pintura parietal, y muchas más, algunas antiguas, en las carpetas que están a la venta.

El Gaztetxe de Villabona

Uranga, Keixeta (otro de los pintores que tiene bastante obra en las carpetas y a precios asequibles) y algunas cosas de Ameztoy indican el recorrido a seguir. «Ameztoy fue pintor interesantísimo. Bellas Artes de Bilbo está preparando una antológica para el año que viene», dice Juan Kruz Unzurrunzaga, mientras saca de sus archivos una carpeta de tamaño menor donde guarda una colección de portadas realizadas para “Zeruko Argia”. «Fue un artista de poca obra. ¿Cómo iba a tener mucha obra si para pintar seis santos en Remelluri pasó años? Ahora, los santos son fabulosos. Le llegaban encargos de la oligarquía bilbaina y él prefería seguir pintando los murales del gaztetxe de Villabona. Fue un pintor que trabajaba para sus amigos», añadió. Zumeta es otro de los que imponen su presencia en la exposición con óleos y témperas, tanto en las paredes como ya enmarcados, junto a las carpetas. Algunos de los trabajos son recientes, pintados en Buenos Aires, donde pasó el invierno pasado y a donde ha vuelto. Cuestan en torno a 1.500 euros las témperas y más de 3.000 los óleos. La encargada de la galería se queja de que el de Usurbil les da obra con cuentagotas. Yestá Balerdi que, aunque con poca obra, suscita el entusiasmo de Juan Kruz, que saca de su biblioteca el catálogo en dos tomos de toda su obra, para demostrar que su admiración es fundada.

Está Keixeta, un pintor que tiene cada vez más aceptación, que trabaja el collage y mezcla los tintes. Está Nagel, con varios dibujos. Está Maite Unzurrunzaga (hermana del galerista), Idoia Unzurrunzaga (sobrina del galerista que presenta una fotografía espectacular del Club Naútico y una ampliación del tentáculo de un chipirón) y están los acuarelistas Mikel Badies Korkostegi y San Salvador.

Fotografia y dibujo

Hay trabajos también del donostiarra Alejandro Garmendia, que, al parecer, vende ya en el mercado de Nueva York y que, por esa razón, se cotiza más también en Euskal Herria.

La exposición mezcla también las disciplinas. Hay grabados, pintura y escultura. Hay fotografías de Isabel Azkarate o dibujos de Miguel Angel Alvarez, a quien, según recuerda Juan Kruz Unzurrunzaga, Eduardo Chillida apreciaba mucho por su calidad. Tiene obra tanto en la exposición como en las carpetas. Y, volviendo al inicio del recorrido, encontramos pinturas de Xabier Arozena o trabajos de Marta Cárdenas. -

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