«Desprecio de todo corazón a la banda de los señores y de los sacerdotes, pero más aún al genio que se comprometa con ellos». (Hölderlin)
Si el grado de tolerancia con respecto a la mentira política es un indicador de la calidad de la democracia de un país, en el que llaman España la democracia está hecha unos zorros. Ni Joseph Goebbels hubiese soñado que sería tan sencillo anestesiar y someter de esta manera a gran parte de la población. La clase política miente sin, ni siquiera, necesitar para ello de argumentos falaces. La estolidez, eso que el diccionario define como falta total de razón y discurso, es su marchamo. Afirmaciones a todas luces falsas son utilizadas sin ningún rubor por los profesionales de la palabra de cualesquiera de los partidos que rivalizan por ocupar el gobierno, ayudados por los diferentes intelectuales orgánicos a su servicio, que son legión. Latente encanallamiento del PP, por un lado, y timorata y vergonzante actuación del PSOE en todos los órdenes de la vida política, por otro. Evaristo de La Polla Records lo resumía inmejorablemente en una frase «ellos dicen mierda, nosotros amén». Si esperamos algo de estos meros gestores del Capital, esperemos sentados.
Han sabido crear, con la inestimable ayuda de algunos, una suerte de realidad virtual donde todo está invertido: los católicos, que gozan de prebendas insospechadas en una sociedad que se dice laica, resulta que están perseguidos; empresarios y policías que ejercitan diariamente la violencia al parecer son víctimas; tertulianos, propagandistas del más rancio nacional-catolicismo en realidad ejercen un periodismo independiente; jueces que usan la ley como si fuera un garrote imparten justicia. Por el mar corren los peces, por el monte las sardinas trianlará, por el mo-o-onte la-a-as sardi-i-inas.
La parte negociante de la segunda parte dice que ha negociado menos que la parte negociante de la primera parte. La parte negociante de la primera parte dicen que no eran parte negociante sino que los negociantes son la parte negociante de la segunda parte.
¡Y tú más!
En Madrid cambian la pancarta para que el PP les ajunte, ¡angelicos! En Bilbo, para que no vaya HB.
Si no fuera porque a algunos les va la vida en ello, resultaría hasta gracioso. -