Cincuenta años sin Bogart, leyenda inmortal de Hollywood
Las leyendas nunca mueren, por eso, cuando se cumplen cincuenta años del fallecimiento de Humphrey Bogart, Lauren Bacall afirma que «nunca nos desharemos de él». La actriz, aún en activo, protagonizó con el legendario duro de la pantalla trece años de relación que hicieron historia en Hollywood.
Humphrey Bogart, a quien Hollywood recuerda coloquialmente como “Bogie”, murió el 14 de enero de 1957, a los 58 años, víctima de un cáncer de garganta. Según recordó su amigo y cineasta John Huston durante el sepelio, el actor falleció pensando hasta el final que se recuperaría de esa mortal enfermedad. Razón no le faltó, porque a pesar de su muerte, o quizá avivada por ello, su fama es cada vez mayor. «No puedo creerlo. Si aún está vivo», señaló Bacall, de 82 años, a la revista “Variety” ante la proximidad del 50 aniversario. «No dejo de pensar en él», agregó, antes de concluir la entrevista con un tono más prosaico subrayando que «por supuesto, le vemos todo el tiempo en televisión». En televisión, en cine, en DVD o en fotos. La imagen de Bogart es sin lugar a dudas la más conocida de la era dorada del cine. Sus besos, como el que le dio a Ingrid Bergman en “Casablanca” o el que le plantó a Audrey Hepburn en “Sabrina” son los mejores de la historia del cine, según una encuesta. Sus filmes figuran entre los más populares, en especial los dos mencionados, además de “El tesoro de la Sierra Madre”, “El Halcón Maltés” o “La reina de Africa”, la única película por la que obtuvo el Oscar al que aspiró en tres ocasiones. Los políticos le añoran y una reciente encuesta entre miembros del Parlamento Británico eligió “Casablanca” como su película preferida. Y los jugadores de ajedrez también, recordando con un seminario en Colorado (EEUU) a este aficionado que incluyó la famosa partida con Claude Rains en “Casablanca” y cuyo féretro fue transportado a hombros entre otro de su compañero de juego Mike Romanoff. Pero sobre todo su ausencia, o su perenne presencia, resuena en la pantalla, grande o pequeña. Bogart fue una de las estrellas que sobre el papel tenía menos oportunidades de triunfar en Hollywood, dada su pequeña talla, su cicatriz en el labio y su aire gastado en medio del glamour de esta industria. Sin embargo, desde su debut cinematográfico con “The Petrified Forest” en 1936 se convirtió en el hombre duro con corazón que el público aprendió a amar. Como añadió el también legendario Huston durante el funeral de la estrella, en el que también estuvieron presentes Spencer Tracy y Errol Flynn, «no existe razón para sentir pena por Bogart. Sólo por nosotros, por haberle perdido. Era insustituible y nunca habrá otro como él».
Romance con bacall
La fama de este mujeriego, fumador y juerguista, además de estrella, era grande cuando murió. Pero su ausencia le convirtió en la leyenda que sigue siendo, especialmente descubierta durante el existencialismo de la generación de los años 60, cuando Bogie pasó a encarnar para siempre ese tono sarcástico pero humano del héroe moderno. Le amó el público y también sus mujeres, como Bacall, su cuarta y última esposa a la que conoció en el rodaje de “Tener o no tener”. Según el realizador de la cinta, Howard Hawks, Bogart se enamoró «de un sueño», encandilado por el personaje que la joven Bacall interpretaba. El periodista Juan Luis Álvarez analiza en el libro “Bogart y Bacall: dos estrellas y un destino”, la relación entre esta legendaria pareja de Hollywood. Veinticinco años los separaban, pero su relación abarcó la apoteosis del romanticismo y dos hijos por una parte, y la infidelidad de Bacall con Frank Sinatra o la famosa foto de Bogart mirando los senos a Marilyn Monroe por la otra. Como tándem cinematográfico, redefinieron con cuatro joyas inolvidables las claves del cine negro, aportándole grandes dosis de ironía, de tensión sexual y de grandes diálogos que convirtieron, además, a Bacall en «el mayor descubrimiento cinematográfico de los años cuarenta», explicó Álvarez en una entrevista con EFE. Entre ellas, “El sueño eterno”, una película también dirigida por Hawks y que, dice Álvarez, plasma en el detective Philipe Marlowe -escrito por William Faulkner y Raymond Chandleral Bogart más cercano a la realidad: «sardónico, muy dado a la discusión y a la réplica» y tan atractivo como difícil. Bogart nació en Nueva York el día de Navidad de 1899 y en el seno de una familia «muy pretenciosa», conflictiva y poco dada a los afectos: su padre era un médico adicto a la morfina, mientras que su madre nunca apoyó sus elecciones vitales. El futuro protagonista de “La condesa descalza”, se enroló entonces en la Marina, donde «comenzó a beber» y «llegaron los años veinte, luego la Ley Seca y se casó con Mayo, una actriz más alcohólica todavía que él», resume Álvarez. Así, no es la de Bogart una vida destruida por la fama, sino que fue precisamente la aparición de Bacall, «de la que estaba totalmente enamorado», y la llegada de su mejor momento profesional, los que consiguieron que bebiera, «aunque fuera sólo a partir de las seis de la tarde», explica el escritor y periodista. Su profesionalidad en el plató fue, sin embargo, casi una constante con excepciones como “Sabrina” y, a pesar de sus malas relaciones en la Warner, accedió al estrellato con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, que dejó a Hollywood sin sus galanes y jóvenes promesas. Fue entonces cuando Bogart protagonizó su gran clásico, “Casablanca”, que, a pesar de su improvisado rodaje, fue el gran éxito que le hizo pasar a la Historia como Rick, el antihéroe por excelencia, comprometido y buena gente. Su popularidad, desde entonces, sólo pudo ser interrumpida por su vinculación con la causa izquierdista en tiempos de la Caza de Brujas del senador McCarthy, tras participar junto a su esposa en la Marcha sobre Washington en 1947. «Vio en peligro su carrera y, mientras Bacall calló, él tuvo que echarse atrás», un hecho que el autor del libro considera «uno de los episodios menos admirables de su vida». Su renuncia a la defensa de la libertad de expresión dio paso a una nueva etapa forjada por clásicos como “Cayo largo” y su Oscar por un papel que, según Alvarez, «es el que menos tiene que ver con Bogart». Después de su muete, los mitómanos se obsesionaron con saber de Bogart a través la persona que mejor lo conoció y eso explica que, aun con su estatus de gran estrella y su matrimonio posterior, «Bacall morirá siendo la viuda de Bogart». -
GARA
LOS ANGELES/MADRID
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