La precipitación en los últimos 6 años es similar a la de las sequías de 1944 y 1987
¿Sequía? ¿Llueve cada vez menos? A pie de calle la mayoría de los encuestados respondería de forma afirmativa. Sin embargo, la estadística climatológica nos dice que estamos dentro de un periodo seco que es cíclico y por lo tanto dentro de la normalidad de nuestro clima. A ello se añade que los actuales datos sobre precipitación confirman el periodo de retorno de las sequías más acusadas en Euskal Herria (1944-49 y 1987-91). La incógnita es si está tocando a su fin.
GASTEIZ
Restricciones en el baldeo de calles y el regadío de jardines en la capital bilbaina, una medida adoptada por el Consorcio de Aguas de Bilbao y que podría generalizarse a todos los municipios vizcainos. La explicación, en pleno mes de enero, la dan los bajos niveles de los principales pantanos vascos. Los embalses del sistema Zadorra que abastecen al 90% de los vizcainos y a la capital alavesa han caído un 60% en un solo año. La realidad es que hemos dejado atrás uno de los años más cálidos que recuerdan las estadísticas. Cálidos y secos. Por ejemplo, en Gipuzkoa llovió un 20% menos que con respecto a la media de los últimos 80 años. La pregunta que comienza a barruntarse es la de si estamos en puertas de una posible sequía como la recordada de finales de la década de los ochenta.Para salir de dudas, más que a la percepción, es mejor recurrir a la estadística. Y para ello, la serie climatológica más longeva del Estado español, la del observatorio donostiarra de Igeldo, es toda una referencia. En base a ella, se observa que en la actualidad atravesamos claramente, o podríamos estar llegando al final, de un ciclo seco que comenzó en el año 2001, con solo 1.051 litros por metro cuadrado recogidos en este observatorio en este pasado 2006 han sido 1.248,9. La sequía de referencia en Euskal Herria es la de 1944-49, a raíz de la cual el entonces caudillo Francisco Franco sembró la península de pantanos. La precipitación media anual en aquellos años fue de 1.387 l/m2 en Igeldo y 1.303 l/m2 en Baiona. En 1945, por ejemplo, se recogieron 1.051 l/m2 en Igeldo y 1.070 en Baiona datos referidos a años hidrológicos, de octubre a octubre. Si tomamos como referencia el periodo seco reciente en el que nos encontramos ahora, se observa que la precipitación media anual en Igeldo, entre 2001 y 2006, fue de 1.355 l/m2. Aquel periodo de la pertinaz sequía entre 1944-49 fue también de seis años y la precipitación media de aquellos años fue muy parecida a la del periodo actual de 2001-2007. La otra gran sequía reciente fue la de 1987-1991 que muchos recordarán con imágenes de los embalses alaveses del Zadorra simulando a las de cualquier desierto africano. En esta sequía, la precipitación media anual fue de 1.372 l/m2 en Igeldo y 1.460 en Baiona. Es decir, similar a la de 1944-49 y por tanto a la actual que atravesamos. En 1988, por ejemplo, cayeron tan sólo 1.046 l/m2 en Igeldo y 897 en Baiona.
¿Llueve menos que antes?
La Diputación foral de Gipuzkoa analizó en noviembre pasado, en unas jornadas dedicadas al agua, la distribución temporal de las sequías en nuestro entorno. Según ese estudio, a las sequías graves como la de mediados de siglo pasado se les calcula un tiempo de retorno de unos 25 años, con lo que un simple vistazo revela que ese periodo se cumple más o menos con las siguientes épocas de falta de agua a finales de los ochenta y ahora, a principios del nuevo milenio. Este hecho lleva a la directora del Centro Meteorológico Territorial con sede en Igeldo, Margarita Martín, a pensar que estamos asistiendo, por tanto, a «un problema cíclico, no a algo anormal». La cuestión irresuelta es si este periodo que ya dura seis años se prolongará.¿Llueve, por tanto, cada vez menos como la mayoría de la gente piensa? La propia Martín responde: «¿Llueve menos que cuándo? Menos que en el decenio de los 60 y los 70. Pero no llueve menos que en el decenio de los 40 y de los años que sucedieron a la I Guerra Mundial. No existe una tendencia clara a la disminución de la precipitación. No hay más que mirar los datos de Galicia, que se ha inundado cinco veces este otoño. La precipitación en el Cantábrico sigue dentro de su comportamiento cíclico habitual, hallándonos ahora en un periodo relativamente seco, pero algo menos seco que el de los años cuarenta, por ejemplo». Curiosamente, estos recortes anunciados en Bizkaia en el uso del agua procedente de los embalses, no ha coincidido con una queja por parte del sector ganadero sobre problemas de abastecimiento al ganado. Margarita Martín apunta la explicación: «La sequía agrícola es la que se produce tras un periodo de dos estaciones astronómicas secas y sucesivas, como primavera y verano. El paisaje se agosta. En cambio, los embalses pueden tener bastante agua si la estación anterior fue húmeda. Como aquí tenemos muy poco regadío, esta sequía tiene mucha repercusión. Hay agua en los embalses, pero no hay sistemas de riego, como ocurrió en 2003 y en la primavera de 2006». En cambio, la sequía hidrológica se produce tras dos años completos, como mínimo, secos o muy secos, en los que ha habido ausencia de lluvias entre los meses húmedos que van de octubre a abril, y donde ni siquiera las posibles tormentas de verano han aportado agua su- ficiente a los pantanos. «Aquí, este tipo de sequía puede no provocar una sequía agrícola grave, si las escasas lluvias recogidas se han repartido bien en el tiempo, como ha ocurrido ahora». De momento, sólo en Bizkaia se han anunciado medidas. Las reservas de los pantanos aún alcanzan, como en Gipuzkoa, hasta mayo, si no lloviera. Y las previsiones del Centro Meteorológico Europeo para el Golfo de Bizkaia no indican que no lo vaya a hacer. ¿Dónde está la nieve este año?
¿Qué pasa este año con la nieve? Estaciones como la de Larra-Belagua lamentan un estreno desastroso y otras como la de Valdezcaray ven cómo se suspenden hasta excursiones a sus concurridas pistas habituales en estas fechas. Antón Uriarte, controvertido climatólogo y profesor de la UPV-EHU amén de excéptico sobre la culpabilidad achacada al calentamiento global, rechaza que este invierno menos frío y falto de nieve se pueda deber al calentamiento global acelerado de la Tierra. «Este invierno, hasta ahora, ha habido menos fugas desde el Artico de masas de aire frío que las que hubo el año pasado, en el que tuvimos un comienzo de invierno superfrío. Nos han invadido menos ‘olas de frío’ de aire ártico. Ocurre que los vientos del oeste que rodean el Artico están siendo intensos y con pocas ondulaciones, como debe ser. Lo que se llama el ‘vórtice polar’ está reforzado y el aire que allí se va enfriando en la larga noche polar permanece secuestrado por este anillo de vientos». De ahí que asegure que «achacar esto al cambio climático y en concreto al incremento del CO2, que es lo que indirectamente se hace al acusarlo de que este año falte la nieve en los Pirineos o los Alpes, es sumamente incierto». Otro dato para la esperanza de los numerosos aficionados a la nieve es que, si echamos un vistazo a las estadísticas de nieve en el último siglo, se constata que en nuestra latitud las nevadas se han focalizado en las últimas décadas hacia el mes de febrero, siendo éste el mes más propicio para la nieve, incluso son las fechas en las que más posibilidades hay de que esa nieve cubra el suelo. Así que paciencia, que aún estamos a tiempo. -
|