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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2007-01-18
Juan Mari Beldarrain - Miembro de Eguzki
La soledad del alcalde

Quizá en un intento de frenar el tsunami de los manifestantes que se reunieron el domingo en Usurbil, el alcalde de la localidad, Luismari Ormaetxea, hizo público la semana pasada un escrito que, a nuestro juicio, no merece quedar sin respuesta.

Ormaetxea no dudaba de la buena voluntad de «muchos» de los que acudirían a la manifestación, pero daba a entender que estaban desinformados y, además, manipulados por los convocantes, a los que acusaba de hacer «trampa». Y, «como alcalde de Usurbil y como ciudadano responsable e informado de la cuestión de la gestión de residuos», anunciaba que él no participaría.

Sin embargo, una lectura mínimamente crítica del escrito de Ormaetxea deja al descubierto que, o no está tan informado como pretende, o que es él quien hace trampa. Tras darle algunas vueltas al asunto, hemos llegado a la conclusión de que se trata de una combinación de ambos factores, es decir, no sólo no está tan informado como presume, sino que además hace trampa. Veámoslo.

Para empezar, dice que el PIGRUG (Plan Integral de Gestión de Residuos Urbanos de Gipuzkoa) «fue diseñado me- diante un proceso participativo en el que participaron múltiples asociaciones, incluidas algunas ecologistas». No es correcto. El PIGRUG se lo cocinaron entre un gabinete profesional y dos partidos. Si a la campaña de propaganda y legitimación correspondiente quiere usted, señor Ormaetxea, darle el rango de «proceso participativo en el que participaron múltiples asociaciones, incluidas algunas ecologistas», al menos debería añadir, para no hacer trampa, que la oposición de esas asociaciones ecologistas a la incineración no fue tenida en cuen- ta en ningún momento. Atrévase, si no, a citar el nombre de alguna de esas asociaciones ecologistas que han «participado» en el proceso de elaboración del PIGRUG.

«La incineradora ­prosigue usted­ es la fase última de todo un proceso». En realidad, sería más correcto decir que la incineración es la fase última y, prácticamente, la única. Prueba de ello es que se lleva nada menos que el 75% del presupuesto del Plan. Además, en contra de lo que usted afirma, la incineración no se aplicaría a «todo aquello que ha sido imposible recuperar», sino también a la fracción orgánica de la basura ­entre el 34% y el 40%, nada menos­ que, evidentemente, no es imposible recuperar, pues, de hecho, lo hacen en Araba, Nafarroa o La Rioja, por poner ejemplos geográficamente no muy lejanos. En realidad, son los dirigentes de su partido los que han decidido que no se recupere.

Dice usted que la alternativa a la incineración pasa por ubicar nuevos vertederos. «¿Quién de los que participarán en la manifestación firmaría tener al lado de su casa ese vertedero?», pregunta. Le respondemos con otra pregunta: ¿Quién de los que, como usted, promueven la incineración firmaría tener al lado de su casa una de las toneladas de residuos tóxicos que cada día generará la incineradora?». Porque usted no habla para nada de eso. ¿Desinformación o trampa?

Pero en su escrito, señor Ormaetxea, hay otras cuestiones que no queremos dejar pasar por alto. ¿Quién es usted para poner condiciones y decir quién puede y quién no puede ir a una manifestación pública que han convocado otros y a la que expresamente dice que no se adhiere? Lo hace en dos ocasiones. Y arremete contra los convocantes: «Con fomentar el miedo y cuatro consignasŠ». Oiga, en este asunto de los residuos urbanos, los que están fomentando el miedo y ejerciendo el chantaje son su partido y otro. Que si la basura la tendremos que guardar en casa, que si Donostia no traga con la incineradora no tendrá vertedero en el que de-positarla, etc., etc. Ustedes ni siquiera necesitan «cuatro consignas», con el chantaje les basta.

Y continúaŠ «como alcalde de Usurbil me debo a las decisiones de mi consistorio». No señor, la frase correcta es «como alcalde de Usurbil me debo a las decisiones de los usurbildarras». Lo que ocurre es que, como usted, en cuestiones de representatividad, se sabe con el rabo de paja, tiene que recurrir a ese sucedáneo del «me debo a las decisiones de mi consistorio». «Manifestarse por el no es fácil (Š) lo más difícil es decir que no vas a participar». Pues tampoco en eso estamos dispuestos a darle la razón. Lo más difícil, en esta cuestión, es hacer caso a lo que pide la mayoría de sus convecinos, aunque ello le indisponga con la jerarquía de su partido. Y si usted, «responsable e informado», como dice, cree sinceramente que la mayoría de los usurbildarras está equivocada (no sería la primera ni la última vez que la mayoría se equivoca, en Usurbil y en la Conchinchina), y, por tanto, no se siente en conciencia capaz de representarla en un tema tan importante como éste, lo lógico sería dimitir. Eso sí que es difícil, ¿eh?

Termina diciendo que se esforzará «al máximo» para que la última ubicación propuesta no se materialice. Una sugerencia: concentre sus esfuer- zos en convencer a los miembros de su partido.

Por cierto, a la vista de cómo estuvieron las calles de Usurbil el domingo, convendrá con nosotros en que su capacidad de desconvocatoria ha resultado ser nula. Es verdad que usted no participó en la manifestación, pero también lo es que nadie le echó de menos. -


 
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