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Gara > Idatzia > Ekonomia 2007-01-21
«Tenemos que luchar contra el cáncer y contra las mutuas»
Familiares y trabajadores afectados por las patologías derivadas del contacto con el amianto denuncian que no sólo tienen que luchar por sobrevivir entre ese mineral cancerígeno, sino contra la actuación de las mutuas, la Seguridad Social y la Administración «que quiere ocultar la gravedad de este problema en el que miles de trabajadores están inmersos y escondidos. Que salgan a la luz», dijeron a GARA.

BILBO

Los trabajadores afectados por haber estado en contacto con el amianto, mineral cancerígeno, no sólo tienen que luchar contra el cáncer, sino que la batalla también se encuentra en los despachos de los médicos de la mutua o de la Seguridad Social para conseguir que se les reconozca que el origen de su patología es laboral. Muchos empresarios, incluso, niegan que utilizasen amianto en sus procesos de producción. Se trata de ocultar la evidencia, como denuncian los afectados. Muchas veces esos procesos terminan ante los juzgados.

José Manuel Márquez trabajó 33 de los 56 años que tiene en Nervacero. Tiene un derrame de pleura en el pulmón derecho a consecuencia del amianto. Le han reconocido la incapacidad absoluta por enfermedad profesional, después de luchar mucho «porque la mutua o la Seguridad Social no te lo conceden a la primera. Hay que dar muchas vueltas. Algunos no están para esos trotes», se lamenta.

Igual que otros trabajadores, Márquez reconoce que «sabíamos que había amianto, pero no teníamos conocimiento de sus consecuencias fatales. Se usaba. Se cogía con la mano y se hacía lo que te mandaban». En Nervacero, de momento, no se conocen más casos, «pero puede haber, puesto que el período de latencia del amianto se encuentra entre quince y veinte años». José Manuel Márquez reconoce que el antiguo médico de la planta industrial trató de hacer reconocimientos especiales a los trabajadores, pero «le pusieron impedimentos y se ha marchado. A nosotros sólo nos hicieron análisis normales, nada específicos».

Con toda sinceridad reconoce que espera que se le reproduzca. «Estoy preparado. Sé que si avanza, me iré ahogando. Me costará más esfuerzo moverme. Cuesta prepararse, pero que sea lo que Dios quiera, y lo que venga. Aguantaré lo que pueda, sin duda», explicó este trabajador que hizo un llamamiento a otros compañeros para que saquen a la luz este grave problema de salud a causa del trabajo.

José Mari Contreras, de 64 años, cotizó «45 años, siete meses y veintiún días», pero tenía contratos temporales. Se dedicó a desguazar barcos, a demoler edificios y «lo que fuera por conseguir para comer». Tiene cáncer producido por el amianto. En su calidad de eventual, la pensión y los recursos económicos que tiene son inferiores. Reclama un fondo especial para que los afectados puedan obtener «una mayor calidad de vida, después de que hayamos pasado nuestra vida trabajando y cotizando».

Explica que «nadie nos dijo nada sobre el amianto, simplemente que había que hacer el trabajo y ya está». Díez Contreras afirma que «tenemos que luchar hasta el final, porque nosotros, como algunos nos quieren hacer creer, no hemos contraído esta enfermedad en la calle, sino al trabajar hasta la extenuación, jornadas de diez y doce horas diarias».

Claribel, esposa de Enrique Arechaga, ex trabajador de Envases Metalúrgicos de Laudio, explica que su marido se ha sometido a una operación en la que «le han quitado pleura, pulmón y parte del diafragma del lado izquierdo». Le habían concedido la incapacidad absoluta, pero Mutualia ha recurrido. «Estamos agotados de dar vueltas. Lo hemos dejado en manos de un abogado».

Arechaga había sido deportista. «Supo de la enfermedad en mayo de 2005, aunque hasta noviembre de ese mismo año no determinaron que era un mesotelioma maligno».

Este afectado entró en la empresa en 1980. Era deportista y «no había fumado en su vida. Hacía una vida sana», recuerda su mujer. Sin embargo, las ocho horas diarias cerca de los hornos de esa empresa, ubicada en una zona urbana del barrio de Ugarte, le llevaron a contraer esa enfermedad a causa del amianto. «Los hornos de la empresa, en teoría, se cierran de forma hermética, pero el día que acudió mi marido con el técnico de Osalan se encontró con un trozo de amianto en el suelo», señaló. De hecho, la empresa dejaba las compuertas abiertas «para que los trabajadores se calentasen. Mi marido entraba allí a limpiar los hornos, a desatascar los botes, etc».

A raíz de ese caso, la Inspección de Trabajo mandó realizar controles exhaustivos. La esposa de Enrique Arechaga afirma que «parece que hay algún afectado más. No con la misma intensidad». Reconoce que «los compañeros de trabajo tienen miedo a perder el puesto de trabajo. Es comprensible».



«Hay un ocultismo total a nivel oficial para tapar el polvorín del amianto»
Begoña VILA | Viuda de Marcos Albitre, ex trabajador de Wagons Lits

Recuerda que el cáncer de pleura que sufrió su marido, Marcos Albitre, de 46 años, fue rápido, porque cuando se dio cuenta, aquel 26 de octubre de 2005, estaba avanzado. Falleció el 18 de setiembre de 2006. «Once meses muy dolorosos», lamenta Begoña Vila, que lucha para que le reconozcan ese cáncer como enfermedad profesional, después de haber estado trabajando 25 años en la Compañía Internacional de coches-cama Wagons Lits.

­¿Por qué no reconocen la enfermedad profesional?

No lo han hecho todavía. Nos la deniegan, porque en el hospital de Cruces en ningún momento han confirmado que ese cáncer lo contrajese por el amianto. En los informes, es más, no reflejan que en los trenes había ese mineral asesino. Los médicos, una vez que saben donde trabajaba mi marido, callaron, aunque uno de ellos, cuando reconoció a mi marido en sus últimos días, sí que nos dijo que se debía al efecto del amianto.

­¿A qué atribuye esa ocultación de la enfermedad?

Hay un ocultismo total. Entre todos intentan tapar el polvorín que va a saltar con quienes han enfermado por culpa del amianto. En Madrid hay cuatro o cinco casos similares a los de mi marido y en la misma compañía. Además sé que en octubre llegó a Bilbao un tren con amianto, procedente de Madrid. Aunque entre líneas nos han dicho de la empresa que esos trenes se están llevando a Valladolid para su desamiantado.

­¿Qué es lo que pide?

Lo que quiero es que la gente denuncie los casos de amianto. Que a la menor sospecha lo hagan sin miedo. Que tiren para adelante. Mi marido sufrió un dolor espantoso. A nivel sicológico estuvo hundido, no quería aceptar la enfermedad por que no podía. No estaba preparado para aceptarla, porque nadie le dijo que corriese ese riesgo. Nadie les dijo que los trenes llevaban amianto y que en los procesos de mantenimiento estarían en contacto con ese mineral. Los trenes, según me dijo, no estaban en buenas condiciones ni para venderlos a la India. No se sellaban para que las fibras del amianto no pasaran a los compartimentos de los viajeros.

­¿Cree que hay más casos?

Seguro. Pero hay mucho miedo para afrontar el problema, primero, y luego para enfrentarse a Goliath. -

 



«Trabajamos sin seguridad directa frente al amianto»

José Luis GONZALEZ MARTIN | Ex trabajador de Ductilor, de Elorrio

Con 32 años de antigüedad en su puesto a sus espaldas, José Luis González Martín, de 54 años de edad, recuerda su trabajo en Ductilor, antigua Fundiciones y Talleres Ariño SA, de Elorrio, en la sección de mantenimiento, donde «nadie nos dijo de los peligros del amianto, para nada». Desde el pasado verano se encuentra de baja debido a la asbestosis que sufre. Está en pleno proceso para la determinación, primero, de la contingencia profesional y después «deberá pelearse» por la incapacidad laboral.

Ha decidido contar su experiencia para que «mis compañeros tengan en cuenta que pueden estar afectados por el amianto, como me ha ocurrido a mi después de estar todos esos años trabajando en esa fundición de Elorrio».

­¿Nadie les explicó que el amianto es un mineral cancerígeno y que el contacto con el mismo provoca daños en la salud en la mayoría de casos de carácter irreversible?

En estas empresas de carácter familiar había de todo y hacías de todo. Estabas en mantenimiento, pero mecanizabas piezas o quitabas la arena de los moldes. Esto del amianto creo que lo he descubierto yo. Ahora no creo que se utilice amianto, pero sí que hay constancia de haber trabajado con ese producto. La primera placa de revestimiento de los hornos era de amianto. Se manipulaba ese mineral, se cortaba y mecanizaba. Se utilizaba para mantener el caldo más caliente. Andabas en contacto constantemente, pero nadie nos dijo que era puro veneno.

­Antes de la década de los sesenta del siglo pasado ya se conocían sus efectos malignos

Nadie nos lo comunicó. Utilizábamos bandas de amianto para aislar las partes metálicas de la máquina, de tuberías. De hecho, he estado en contacto con una empresa que fabrica hornos y me han comentado que a todos los hornos se les ponía amianto, incluso a las tuberías goma se les recubría con amianto. No se ponían medidas de seguridad. Es más, los guantes y mandiles que utilizábamos en el horno eran de amianto. No sabíamos nada, nadie nos informó del peligro.

­¿Cómo se entera que está afectado por asbestosis?

Los empresarios nos han hecho un flaco favor. Lo primero que tengo que decir es que en todo el proceso que he seguido, la mutua de la empresa (Mutualia) me dice que no tiene constancia de que mi situación se deba al amianto y no me reconocen como contingencia profesional, aunque los especialistas que he consultado me han dejado claro que esa patología tiene que ver con el trabajo y, por lo tanto, que no deje pasar ese problema.

­¿Cuando obtuvo la baja laboral por esa enfermedad?

Me costó. Cuando fui a la mutua, después de conseguir la baja por enfermedad con el médico de cabecera, a finales de julio del año pasado, no me la quisieron dar. Me pidieron que volviera a la semana siguiente y, como no llevé el papel del parte de baja que expide la empresa, me dijeron que no podían hacerme nada. Al final, conseguí un justificante de cómo había presentado a la mutua los informes del médico de cabecera que me decía que esa enfermedad es de origen laboral.

­¿Hay miedo por parte de los trabajadores a denunciar o dar a conocer esa situación?

En este tema hay que darse cuenta de que tienes que pelearlo para coger la baja. Si no tienes un convenio que te regule bien la prestación económica, al final el sueldo que entra en casa es muy pequeño. Muchas veces los trabajadores dicen que es mejor joderse e ir a trabajar, porque además de perder la salud también estás perdiendo el sueldo que te permite comer. Hay mucha gente en esta circunstancia. -


 
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