Los cazadores somos muy fanáticos de esto, pero también mentimos mucho y exageramos todo», reconoce Joxan Aranburu, de 33 años y cazador de la Sociedad Muxarra de Ereñozu. Sin embargo, en su caso no ha tenido que exagerar lo más mínimo. El pasado 7 de enero abatió un ejemplar de jabalí cuyos colmillos le han valido entrar en el selecto club de los medallas de oro. «Tuve la suerte de que me vino y le di. Me vino a toda hostia y tuve la suerte de darlo, porque era una zona bastante sucia, con mata y maleza», recuerda mientras aguarda a que desde Madrid le devuelvan ese «trofeo» que la Federación Española de Caza debe ahora certificar.

Fue en la zona conocida como de Aparrain/Izeneder, entre los municipios de Hernani y Errenteria, dentro del parque natural de Aiako Harria. «Es una zona que al estar protegida no se puede cazar, pero desde la Federación guipuzcoana de Caza habilitan dos o tres días al año para poder hacerlo cuando se trata de regular la población de jabalí», explica. El día anterior a la batida, los cazadores más veteranos del grupo habían comprobado ya la presencia de un ejemplar de un tamaño respetable y que llevaba varios días por la zona.

«Si no fuera gracias a la gran calidad de perros y perreros que hay en la cuadrilla, así como la experiencia de los más veteranos cazadores, sería muy difícil localizar al jabalí, levantarlo, espantarlo de lo que es su encame o guarida y dirigirlo hacia los puestos donde nos encontramos el resto de cazadores», detalla Aranburu.

El tuvo la fortuna de abatir a este magnífico ejemplar que pesó 100 kilogramos. «Un jabalí de peso medio puede ser de 50-60 kilos ya adulto. Un jabalí de ochenta es un ejemplar majo, así que éste era muy grande», explica. «En la zona de Azkoitia, a finales de noviembre, creo que cazaron uno de 165 kilos», añade.

Sin embargo, no existe ninguna relación entre el peso y el tamaño de los caninos del animal. Este último es el único elemento que se utiliza de una forma reglada para medir la calidad del jabalí y la base que muchos gestores y cazadores utilizan para valorar la calidad del resultado de la cacería. En el caso del ejemplar cazado por Joxan Aranburu, esos atributos le han valido la medalla de oro, al sobrepasar los 110 puntos y situarse en los 112.

El récord está en los 136,5 puntos logrados con un jabalí muerto en Extremadura en 1983. Entre los veinte mejores clasificados están dos vascos: Angel Saratxaga Gotxi, cuarto en el ránking, con un ejemplar abatido en 1984, en la zona alavesa de Aiara, lo que valió 126,25 puntos; y Angel Ruiz de Aretxabaleta, en el puesto decimoprimero, por un animal cazado también en Araba, en 1998, con 124,45 puntos.

En el caso de Aranburu, las medidas exactas las sabrá cuando le envíen el certificado. Los colmillos colgarán entonces de la pared de su casa; de la carne del jabalí, él y sus compañeros de caza darán buena cuenta en breve. -