Pablo Antonio Nabarro Lekanda - Miembro de Gasteiz Izan
El influjo marbellí
Hay una percepción generalizada en la ciudadanía de que todo lo relacionado con la política urbanística es un «chollo». Que detrás de cada infraestructura local, comarcal o de carácter estratégico siempre hay intereses especulativos de grupos inmobiliarios o de grandes empresas constructoras que obtienen pingües beneficios. Intereses que salpican a terceros protagonistas, unas veces anónimos, otras públicos, que, seducidos y/o abducidos por la cultura del «pelotazo», acaban poniendo precio en euros a su dignidad.
El urbanismo acaba siendo sinónimo de especulación y corrupción, y cada día nos desayunamos con un nuevo capítulo en una interminable historia de cohechos, prevaricaciones y escándalos que ponen a prue- ba nuestra inagotable capacidad de sorpresa. La política urbanística es poder, el poder corrompe y Marbella es su paradigma y a la vez la punta de iceberg de un problema que ya adquiere el marchamo de estructural.
No obstante, los gobernantes en Gasteiz y en el resto de Euskal Herria se apresuran a tranquilizar a la ciudadanía aseverando que aquí es distinto y que no pasa «eso». Que la diferencia entre el «eso» que pasa allí y «esto» que pasa aquí es cuantitativamente notoria, pues mientras allí los escándalos se miden por millones de euros, aquí, si los hay, se miden por miles. Que allí son corruptos de solemnidad, es decir, con mayúsculas y aquí sólo son un pelín corruptos. Pero lo de la corrupción es como lo del embarazo: se está o no se está. No cabe estar un poco embarazada y no cabe por tanto ser un poco corrupto.
De ahí nuestro escepticismo ante la creada comisión de investigación en el Ayuntamiento de Gasteiz a raíz de determinados y oscuros acontecimientos relacionados con operaciones urbanísticas. Varias son las razones. La primera, porque la credibilidad de la clase política gobernante ha bajado muchos enteros últimamente y ninguno de los partidos mayoritarios en este Ayuntamiento está libre de sospecha de actuaciones de este tipo allí donde gobiernan o en la Gasteiz cuando la han gobernado. Otra razón es que iniciativas de este tipo aquí y ahora tienen un marcado tufillo electoralista y, además, no se aborda el fondo de la cuestión que no es otro que la propia naturaleza de la institución municipal, sus propias leyes y su funcionamiento interno, la falta de transparencia y el necesario control ciudadano de ciertos organismos como la Agencia de Renovación Urbana o la Fundación Ensanche XXI.
¿De qué puede quejarse la oposición municipal si cuando el Sr. Alonso les echó olímpicamente de la mesa de contrataciones no fueron capaces de abordar una iniciativa seria para amarrar en corto al regidor del PP recordemos el fracaso, anunciado, de la moción de censura de hace más de un año, que ni tan siquiera llegó a formularse en pleno, gracias a la actitud de de Lazkoz y compañía? ¿De qué se queja esta oposición municipal cuando, además, los unos le apoyaron en los presupuestos no en su conjunto, pero sí aprobando la subida del IBI de hace ya dos años y otros llegaron a acuerdos parciales para invertir en determinadas infraestructuras de la ciudad centro cívico de Ibaiondo, tranvía, frontones de Lakua, remodelación de Gamarra y Mendizorrotza? Y, en fin, qué decir de cómo de repente nos descubren lo que en Gasteiz es clamor popular desde hace tiempo, que la mayor parte de las cooperativas que aspiran a parcelas para construir vivienda son simples pantallas auspiciadas por potentes constructoras o grupos inmobiliarios y en plena connivencia con la institución local. No se quejan sin razón los propietarios de los pisos de la plaza porticada de Mariturri. Se les hizo mucho caso al principio... pero ya están otra vez absolutamente abandonados.
En todo caso, no todo invita al pesimismo. Ha sido una agradable noticia conocer la creación de la iniciativa popular de la Asamblea de Pueblos Afectados por el Urbanismo Salvaje y la Especulación, a la que deseamos una pronta consolidación y a la que sólo nos cabe transmitir una pequeña reflexión: ¿no sería acertado añadir también «y la corrupción»? Silencios administrativos inconcebibles, errores de la administración con consecuencias gruesas, inobservancia de procedimiento en la adjudicación de contratos y labores... Ya es demasiado como para poder decir, con el ex alcalde Cuerda, que ponemos la mano en el fuego por la honradez de todos los políticos locales. Pruebas de enriquecimientos personales directos no tenemos, no, pero sabido es que el paso del tiempo lo aclara todo. -
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