Kritika- Arantza Amezola
La humilde y sublime destreza de un maestro
Se ha dicho de Víctor Monge «Serranito" que es un continuador de la escuela clásico-flamenca de Ramón Montoya. Con un sabio compromiso entre la guitarra romántica de salón y el toque flamenco, «Serranito" ha incidido en el avance virtuosístico que hoy caracteriza a la guitarra flamenca. La aplicación de las técnicas de composición de la guitarra clásica del momento, en busca de un repertorio contemporáneo, lograron que la guitarra de Serranito, y a través de ella la guitarra flamenca en general, fuera reconocida por varios sectores melómanos habitualmente reticentes con el flamenco. Junto a Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, es uno de los máximos responsables del alto grado de reconocimiento de que goza la guitarra flamenca a nivel internacional. En el recorrido a través de los diversos estilos del flamenco que nos ofreció en la sala de cámara del Teatro Barakaldo, reconocimos el toque elaborado, la sublime destreza del maestro, que estuvo jondo en su soleá «Paseando por Triana" y emotivo en su deliciosa «Llora la farruca" o en sus granaínas dedicadas a García Lorca, por poner sólo unos ejemplos de un concierto que no tuvo desperdicio.
Puede que los puristas piensen que el toque de Víctor Monge no se ajusta demasiado a la estructura tradicional de los diferentes palos, que introduce excesivos adornos y variaciones, delatando así su profundo conocimiento de la guitarra clásica y la importante influencia que ésta ejerce sobre su arte, pero la pureza de su sonido y la gracia que desbordan sus composiciones son inigualables. La suya no es una música que arranque a bailar, es cierto, sino a escuchar con recogida admiración y máximo respeto, pero, cual Orfeo moderno, los efectos que consigue son el sosiego y la satisfacción del espíritu.
Añadir por último que el maestro supo conjugar su enorme virtuosismo, brillante y viril, con una gran sensibilidad, pero sin perder el tono humilde de los verdaderos sabios, de los músicos auténticamente grandes... como «Serranito".