A George Clooney le sienta bien el blanco y negro, seguramente por el aire que se da de galán clásico. Sin embargo, en «Buenas noches, y buena suerte» lo utilizó en un estilo documental mediante el cual recreaba los años de la televisión pionera. El entendimiento con el guionista Grant Heslov fue tan bueno que se ha convertido en su nuevo socio para lo proyectos que en el futuro piensa seguir produciendo de forma independiente. Esto no quiere decir que el tropezón de «El buen alemán» haya precipitado la separación con su anterior socio Steven Soderbergh y la ruptura de la compañía Section Eigh, fundada entre ambos, sino que se trataba de un proyecto anterior y la decisión ya estaba tomada al margen del éxito o el fracaso, debido a una falta de conexión artística que con el paso del tiempo ha ido a mayores. En la reciente Berlinale el supuesto homenaje al cine de los años 40 que contiene «El buen alemán» no encontró eco, tal vez porque su estética retro fue entendida como un capricho de niños ricos. Los parecidos con «Casablanca» y «El tercer hombre» resultan demasiado evidentes, lo que se puede comprobar con tan sólo ver el trailer en la red o en los cines, sin que se aprecien aportaciones propias desde el cine de la era digital.

Todo hace pensar en que se ha partido de un guión cinéfilo, y no es así: se trata de la adaptación de una novela escrita por un tal Joseph Kanon a cargo del guionista Paul Attanasio.

La acción transcurre durante la celebración de la Conferencia de Postdam, cuando al término de la II Guerra Mundial los gobiernos integrantes del bando aliado se reunieron para decidir el futuro de la derrotada Alemania. En medio del clima de incertidumbre general, un periodista norteamericano regresa a Berlín para cubrir el acontecimiento histórico, reencontrándose con las ruinas de la ciudad y con una anterior relación amorosa con una mujer casada, a la que ahora tendrá que prestar ayuda para sacar a su marido del país, quien es perseguido tanto por los soviéticos como por los norteamericanos.

Cate Blanchett es la encargada de lucir unos modelitos calcados de los que 65 años antes luciera Ingrid Bergman, mientras que Clooney viste la consabida gabardina.