Amelia Jauregi, presidenta y fundadora de EBEL, y la coordinadora de la organización, Maider Aramendi, explicaron ayer en Donostia los detalles de la asamblea que el domingo trazara el camino hacia la «igualdad, dignidad y el reconocimiento» de las mujeres baserritarras.

Amelia Jauregi vio nacer hace dieciséis años a una organización que en la actualidad cuenta con 306 integrantes. «Después de muchas reuniones comenzamos a darle forma al grupo y vimos la necesidad de crear EBEL en el seno de EHNE por la necesidad que veíamos las mujeres baserritarras, que era compartir la problemática que cada na vivía en su caserío. Nació en Gipuzkoa, pero poco a poco se ha extendido a otros herrialdes».

Maider Aramendi apuntó que las iniciativas desarrolladas en estos dieciséis años han estado «destinadas a socializar la problemática de las mujeres baserritarras. Todas las iniciativas, desde charlas a teatro, han sido una aportación en ese sentido y también para visualizar que somos mujeres baserritarras que trabajamos en el ámbito rural, en el sector primario».

Jauregi y Aramendi incidieron en las dos vías de trabajo llevadas a cabo en estos años, línea que tendrá continuidad: «Trabajar en el ámbito sindical laboral, con las reivindicaciones de los derechos laborales y, por otra parte, la problemática que vive la mujer en esta sociedad».

Aramendi manifestó que la «asamblea recoge este trabajo para poder plantear de cara al futuro nuevos retos y apuestas. Plantear apuestas firmes para lograr la igualdad, dignidad y el reconocimiento de la sociedad, partiendo desde casa, desde el sindicato para llegar, poco a poco a la sociedad. Plantearemos la propuesta elaborada en nueve meses de conversaciones con gente de todas las comarcas».

Entre esos retos, EBEL apunta temas como la «titularidad y la cotitularidad, la seguridad social, la Ley de Igualdad, la autoestima, la corresponsabilidad», además de reivindicar «lo que somos y que queremos seguir siendo mujeres baserritarras». El camino, reconocen, será largo porque «ni el reconocimiento, ni la igualdad ni la dignidad vendrán de un día para otro».