Fallece un trabajador en Baiona al recibir una descarga eléctrica
GARA
En apenas cuatro días han fallecido cuatro trabajadores mientras se encontraban desempeñando su trabajo en Euskal Herria. El último accidente mortal se conoció ayer y costó la vida a un joven de 21 años que recibió una descarga eléctrica cuando se encontraba limpiando el tejado de un concesionario. Su compañero de trabajo resultó herido y fue trasladado al hospital de Baiona.
Según difundió EiTB, el trabajador fallecido, empleado de una empresa de limpieza, se hallaba limpiando con una máquina de agua a presión el tejado del concesionario de BMW en la capital labortana sin percatarse de la presencia de una línea de alta tensión.
El joven recibió una descarga de 63.000 voltios cuando la máquina limpiadora tocó tres de los cables de alta tensión. El trabajador cayó al suelo desde una altura de diez metros y falleció en el acto.
Su compañero también recibió parte de la descarga a través del agua desprendida por la máquina de limpieza y fue evacuado al hospital.
Según los datos de GARA, la muerte de este joven eleva a 26 el número de trabajadores fallecidos en el desempeño de sus labores profesionales o cuando se dirigían a su puesto de trabajo en 63 días. Sólo en los últimos cuatro días han muerto cuatro obreros, tres de ellos en accidentes registrados en el sector de la Construcción en un intervalo de apenas veinticuatro horas.
Los sindicatos subrayan que la siniestralidad obedece a causas «claramente identificables» como «la precariedad, la subcontratación, la temporalida y el deterioro de los derechos laborales que conlleva puestos de trabajo menos seguros», así como responsables. «El sistemático incumplimiento, por parte de la patronal de sus obligaciones legales: contratan en fraude de ley, no invierten en seguridad e imponen ritmos de trabajo excesivos y peligrosos», denunciaron ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS en un comunicado tras los últimos accidentes mortales.
Consideraron que el problema se corregiría «si el conjunto de las administraciones asumiera su responsabilidad velando por la seguridad de los trabajadores y sancionando con severidad cuando se pone en riesgo. Pero, en materia de siniestralidad, la pasividad de la distintas administraciones y la impunidad patronal van de la mano».