CRíTICA clásica
Berezovsky, inmenso en la fiesta de la música del Euskalduna
Mikel CHAMIZO
Parece increíble que en tan sólo seis ediciones el festival Musika-Música se haya podido convertir en una cita de tanto peso en la vida musical de Bilbo y, al parecer, también del Estado. Por allí se pudo ver, al menos, a algunos de los críticos estrella de los medios de tirada nacional. ¿Cuáles son las razones de este éxito sin paliativos? La respuesta es tan sencilla como evidente: la gran acogida de los bilbaínos, que han adoptado al Festival como lo que es, una gran fiesta de la música, donde la parafernalia y el boato de los conciertos clásicos se deja a un lado y a la que se va, única y exclusivamente, a disfrutar. A uno le recorre un escalofrío de satisfacción cuando ve los pasillos desbordados de gente, subiendo y bajando por las incontables escaleras del Euskalduna, comentando el concierto que acaban de escuchar o discutiendo sobre cuál van a ver a continuación, e incluso haciéndose los cien metros lisos porque acaban de salir de un recital en la Sala Kafka y no quieren perderse al pianista que actúa en dos minutos en la Dostoievski. Y es que, aunque se equivoque y aplauda tras el primer movimiento del concierto para violín de Chaicosqui -nota para el director de la Orquesta de Bilbao: no seas impertinente con tus clientes; yo me sentí ofendido y no fui el único-, Bilbo puede enorgullecerse de tener un público como éste, y experiencias así obligan, además, a cuestionar la tan pretendida crisis de la música clásica.
El principal problema en el Musika-Música consiste en elegir. El que sigue es uno de los infinitos itinerarios que se podían formar combinando los 27 conciertos de la jornada del sábado. Primera cuestión, a las once de la mañana: ¿Comenzamos el día con la ``Patética» de Chaicosqui o con música de cámara? Nos decantamos por esta última y por dos cuartetos de cuerda de Bartók, un repertorio difícil de ver por aquí y notablemente interpretado por el Cuarteto Ébène. Tras esto, decidimos pasar del Coro del Patriarcado Ruso y meternos en la Sala García Lorca a ver al chelista Henri Demarquette, que ofreció un delicioso recital a base de piezas breves muy populares. Antes de parar para comer, optamos por coronar la sesión matinal con una dinámica versión del «Carnaval de los animales» por la Orquesta de Poitou-Charentes y Heisser, protagonistas también de uno de los momentos mágicos del día horas más tarde con su versión de «El amor brujo» de Falla con la cantaora Antonia Contreras. Heisser, a pesar de ser francés, es referencial en Falla, y eso se notó también en su fantástica versión de la «Fantasía Bética».
La tarde comenzó con una pequeña decepción: la cancelación del esperado violinista Nemanja Radulovic. Régis Pasquier salvó la papeleta a última hora, pero la versión del Chaicosqui de la Bilboko Orkestra Sinfonikoa (BOS) se vio afectada por esta improvisación.
Más tarde, a las 20.00, llegó la gran cita de la jornada: Berezovsky tocando el «Concierto» nº2 de Rachmaninov. Llenazo absoluto, y Berezovsky no defraudó; su versión fue, sencillamente, inmensa.
Evento: Festival Musika-Música.
Lugar: Palacio Euskalduna. Bilbo.
Fecha: 03.03.07.