Kerejeta ha provocado toda una revolución en el seno Baskonia, no ya sólo por el momento, sino también por apostar por vez primera por un entrenador instalado en la cúspide del basket continental. La apuesta por la Euroliga parece clara y en este caso el club se ha decantado por el técnico más laureado en esta competición por detrás de Obradovic, con cuatro triunfos por los cinco del actual técnico del Panathinaikos.

En un momento en el que lo «políticamente correcto» hubiera sido seguir con la vía Lezkano, Kerejeta ha apostado por un genio que hasta ahora ha asegurado títulos, pero que, como todos los genios, cuenta con una legión de detractores, encabezados por un Aíto García Reneses que, casualidades de la vida, será contra el que debute el domingo en Badalona.

«No me gusta su manera de entrenar ni de jugar. Siempre busca excusas, no acepta críticas y todo tiene que ser como él dice. Todo lo lleva al límite, hasta a los jugadores cuando están lesionados. No guardo un buen recuerdo. Lo que ocurre es que luego gana». La descripción, de un pívot que le «sufrió» en Málaga, es un de las que mejor resume la filosofía del considerado como el maestro de la escuela yugoslava de la que mamaron Ivanovic y Perasovic, a los que tuvo a sus órdenes en la mítica Jugoplastika. «En mis equipos no hay democracia», ésa fue su carta de presentación en un Real Madrid en el que mostró sus dos caras.

Y es que el poder mediático del club blanco le sirvió para multiplicar exponencial y proporcionalmente sus detractores y sus defensores. Por un lado, con un juego poco brillante, demostró su capacidad de sacar el máximo partido a una plantilla limitada y le birló la segunda liga al propio Baskonia en aquel fatídico minuto -hizo campeón de Europa a un Limoges aún inferior-, pero al año siguiente dilapidó el crédito con una mala planificación y fichajes. La fama de «llorón» y de abusar de los exteriores, dejando a los pívots sólo para rebotear, son otros de los sambenitos que puede quitar con su receta; los títulos.