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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación audiovisual

Orson Welles, de visita por el Bellas Artes de Bilbo

«Ciudadano Kane" cambió la vida de este creador infatigable y rebelde, quien vería cómo tan sólo dos años después de haberse estrenado al mando de la película, Hollywood daba por terminada su carrera como director. Welles ya se había convertido en lo que sería a lo largo de su vida: un artista rechazado e incomprendido por la industria

Ciudadano Kane» cambió el rumbo del cine y el de Orson Welles. Tan sólo tenía 25 años cuando, tras ser contratado por la RKO, rodara una de las películas más importantes de la historia del séptimo arte. La cinta no sobresaldría única y exclusivamente por lo polémico de su contenido -en ella hablada del ascenso fulgurante y corrupto de William Randolph Hearts-, sino que, además, se rodó llevando a cabo una serie de procedimientos formales que, en aquellos momentos, revolucionaron Hollywood. La productora que financiaba el proyecto puso el grito en el cielo cuando Welles le pidió que los decorados tuvieran techo para poder así rodar planos contrapicados, algo que, además de novedoso, también implicaba un interesante desembolso monetario allá por los años cuarenta. Pues bien, a pesar de los impedimentos que llegó a encontrase en su recorrido para la exhibición y distribución una vez finalizada la película, tales como amenazas y boicots por parte del magnate aludido, la obra marcó un antes y un después en el cine. «Ciudadano Kane» cambió la vida de este creador infatigable y rebelde, quien vería cómo tan sólo dos años después de haberse estrenado al mando de una película, Hollywood ya daba por terminada su carrera como director. Welles ya se había convertido en lo que sería a lo largo de su vida: un artista rechazado e incomprendido por la industria. La mayoría de los trabajos que conseguiría acabar pasaron después a ser retocados por los productores o por los encargados de montaje. Aún así, jamás desistió en su empeño por abrir nuevos caminos para la historia del cine. Tras rodar «La dama de Shangai» y separarse de su compañera Rita Hayworth, en 1948 rodó «Macbeth», obra que continuaría indagando en la erótica del poder, el camino hacia su adquisición, su abuso embriagador y su pérdida. Instalado en Europa, jamás dejó de interesarse por el cine. La enigmática personalidad del director, productor, guionista, actor y locutor sigue generando el interés de cinéfilos e historiadores. Numerosas biografías y estudios sobre su cine son el fruto del atractivo que emana la vida y la obra de este creador que rebuscó en esa delgada línea que separa la realidad de la ilusión. La Cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbo abre sus puertas al genio que influenciaría definitivamente los modos de hacer cine, y lo hace con un ciclo de películas, programas de televisión y documentales, hasta el 2 de junio.

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