De verdad, ¿qué tendrá la ministra Carmen Calvo para que la saquen tanto por televisión? ¿Dice algo interesante? ¿No se trata de una promoción personal que nada tiene que ver ni con su cartera (bueno, con su cartera sí, quiero decir con su Ministerio), ni con sus no-actuaciones o actuaciones precipitadas y arbitrarias? La otra noche estuvo con El Loco, y de nuevo, nada dijo. Mucha retórica, mucha palabrería barata, poca chicha en sus declaraciones. Aunque Jesús Quintero se marcó uno de sus buenos monólogos. En esta ocasión fue bastante claro, como advirtiendo de que su tiempo en TVE se está acabando porque lo quieren amordazar. La censura a la entrevista con José Mª García trae cola.

Urdaci entrevistando a Rajoy, ¿alguien se cree algo? El ministro Bermejo diciendo que quiere a Astarloa, ¿acoso parlamentario? El mismo ministro mostrándose más radical y pepero que Acebes, ¿transmutación de las ideas o acomodo a su nueva vida para que le quieran? Visitemos los zapings porque en ellos encontramos la salsa de la televisión, las píldoras, los momentos estelares. ¿Alguien puede aguantar todo un programa de la literata Ana Rosa? ¿Cuándo retirará Cuatro sus programas fallidos de mañana y tarde? ¿Llegará alguna vez ETB-2 al Noreste después de estar tanto tiempo en el Oeste tan polvoriento?

Nos ofrece Tele 5 un reportaje donde se demuestra que en Madrid existe contratación de obreros a la antigua usanza caciquil. Los sin papeles esperando al capataz. Como a principios del siglo XX. Después nos enteramos que en Nafarroa todavía es peor la explotación. Seguro que esos empresarios navarros que abusan de los emigrantes, que los tenían en condiciones de esclavitud, acudirán a la manifestación del descerebrado Mariano, cada día más obvio en su papel de títere inexpresivo. Cuando dan a la moviola le vemos con la misma cara felici- tándose por una manifestación, hablando de la eutanasia o votando en contra de cualquier progreso social. Es una máscara con un una cinta repleta de tópicos de casino decimonónico. El que mola es Sanz. ¡Qué inteligencia! Pero han hecho buena la frase de Fraga y se quieren apoderar de la calle.