MSF denuncia que en la ONU priman los objetivos políticos sobre la ayuda humanitaria
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha denunciado que en la ONU «la acción humanitaria queda subordinada al brazo político de la organización y ocupa un segundo plano tras los objetivos políticos de las misiones de paz", lo que se traduce en una «débil asistencia internacional".
GARA |
Uno de los artículos recogidos en la Memoria Internacional 2005/06 de la ONG, difundida ayer por Europa Press y que será presentada hoy, señala que «la lenta respuesta de las Agencias de la ONU ante los desplazamientos de población de finales de 2005 y principios de 2006 se relacionaron con la reticencia del Consejo de Seguridad y sus donantes a examinar la situación de esa 'provincia presidencial' por razones diplomáticas».
Esto hace que MSF se «cuestione» el resultado de las reformas que Naciones Unidas puso en marcha en su seno en 2005, con motivo de «los muchos interrogantes» que se habían abierto en cuanto a la operatividad de sus programas de ayuda. Estas modificaciones, «según la línea oficial de la ONU, defenderán mejor el espacio humanitario y sus principios, y mejorarán la eficacia de su respuesta a crisis», cita la memoria.
«Sin embargo, ello es cuestionable en vista del documento del secretario general sobre visiones integradas adoptado el 17 de enero de 2006», en virtud del cual «no se trata sólo de conseguir un sistema de Naciones Unidas más sólido en el terreno, sino de asegurar una coordinación eficiente entre la misión de paz, las agencias de Naciones Unidas y las no asociadas a la ONU». En este sentido, la reforma persigue constituir un cluster o sistema de grupo por el que «el coordinador humanitario de un determinado país» moviliza a la Agencia que proceda para dar respuesta a una necesidad y ésta, a su vez, pone en marcha al resto de miembros del grupo, es decir, el resto de agencias y las ONG.
No a los cluster
MSF ha anunciado que «no formará parte de ningún cluster» y que sus acciones «no estarán bajo la responsabilidad de los coordinadores humanitarios de Naciones Unidas ni se les rendirá cuentas», entre otras cosas, porque este tipo de mecanismos tiene «limitaciones» y ejemplo de ello es lo ocurrido en Uganda, donde «el establecimiento de estructuras de coordinación (...) no contribuyó a mejorar la calidad de la ayuda».
«No sólo es poco realista creer que todos pueden trabajar bajo una misma bandera, sino que en ocasiones, puede resultar arriesgado, ya que algunos tienen programas ambivalentes, en los que los fines humanitarios se supeditan a fines políticos (...) y no se cubren las necesidades». Además, añade MSF, «la existencia de varios enfoques de la ayuda humanitaria garantiza que si falla una estrategia no falla todo el conjunto, lo que tendría funestas consecuencias y pudo haber sido el caso de Timor Oriental o Angola».
Por ello, afirma que se mantiene «escrupulosamente a distancia de estos procesos» en el seno de Naciones Unidas y confía en «la independencia de valoración y de acción (...) en lugar de participar de un marco global de dudoso origen y eficacia».
Otra de las grandes denuncias de MSF es la creciente dificultad para llevar ayuda a quienes lo necesitan en caso de conflicto armado, porque ha aumentado la «desconfianza en las organizaciones humanitarias» por parte de quienes tienen el poder de facilitarles el camino.
«La práctica de algunas ONG, contratistas privados y muchos gobiernos que hacen trabajo 'humanitario' con un objetivo político específico provoca confusión y rebaja la aceptación del carácter universal de la asistencia humanitaria» lo que, según la memoria, «contribuye a crear un clima» en el que cualquier grupo opositor a los fines políticos subyacentes utiliza esta confusión como excusa para atacar a quienes llevan ayuda.
Es el caso de Líbano, Darfur o Sri Lanka. En Líbano, MSF envió comunicados declarando su neutralidad a los contendientes y consiguió abrirse camino. En Darfur, «la situación es cada vez más precaria» porque los médicos ya no pueden trasladar pacientes por carretera para cirugías de urgencia y ven mermada su capacidad de acción. En Sri Lanka, «el futuro de la asistencia es preocupante» porque «en medio de una brutal guerra civil» hay muchas zonas que no reciben asistencia humanitaria y a las que MSF trata de acceder.
Un 53% de los proyectos de MSF se desarrollaron en contextos de intervención estable; un 18%, en medio de un conflicto armado; un 16%, en lugares con inestabilidad interna, y un 13%, donde acababa de finalizar un conflicto.
El grueso de las actividades de la ONG se llevó a cabo en el continente africano (63%), mientras que en Asia se desarrolló un 23% del trabajo; en Europa, un 7%, y América, también un 7%.