El Consejo Constitucional francés hizo pública ayer la lista de las candidaturas que se disputarán la Presidencia. Tras una reunión del comité de «sabios» encargado de verificar los como mínimo 500 apoyos de electos presentados por los candidatos, el presidente de esta alta instancia, Jean-Louis Debré, confirmó que serán 12 las personas que se disputen la sucesión de Jacques Chirac al frente del Elíseo.

Entre ellas se incluye el agricultor y dirigente altermundialista José Bové, quien depositó 504 apoyos de electos poco antes de que, el viernes pasado, expirara el plazo límite.

El líder sindical agrario agradeció los apoyos que le permiten disputar la carrera presidencial «pese al bloqueo democrático organizado por los grandes partidos» contra su candidatura alternativa.

Lograr el padrinazgo de 500 electos (alcaldes, diputados, senadores...) no supone ningún problema para los grandes partidos y para los representados en el Parlamento. Pero es una trampa para los alternativos, que critican duramente este sistema, que el Estado justifica como un intento de evitar la multiplicación de candidaturas «extravagantes».

El ultraderechista Jean-Marie Le Pen ha vuelto a quejarse -en lo que parece una estrategia de victimismo electoral- de sus dificultades a la hora de lograr los avales. Quienes sí han tenido problemas, además de Bové, han sido la ecologista Dominique Voynet y el líder del Partido de los Cazadores Frédéric Nihous.

Bové, que podría ser detenido en cualquier momento tras haber sido condenado a cuatro meses de prisión firme por participar en un sabotaje de plantaciones de maíz transgénico, deberá rivalizar con una profusión de listas de izquierda, desde la clásica del Partido Comunista Francés hasta la incombustible de Arlette Laguiller (Lucha Obrera), que se presenta por sexta vez a las presidenciales. Varios intentos de articular una lista única de la izquierda en torno al pujante movimiento altermundialista galo fracasaron por intereses partidistas.

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