La Unión Europea camufla su militarización con el debate sobre el cambio climático
El cambio climático está de actualidad en la Unión Europa porque la presidenta del Consejo Europeo, la canciller alemana Ángela Merkel, piensa ganar puntos a nivel internacional y nacional. Detrás de esta cortina de humo, Bruselas lleva a cabo la militarización de la UE.
Ingo NIEBEL | COLONIA
En vísperas de la reciente cumbre europea, el jefe de Gobierno belga, Guy Verhofstadt, hizo dos propuestas: establecer un impuesto directo que daría más autonomía a la Unión Europea (UE) y constituir unas Fuerzas Armadas europeas. «Un Ejército europeo, compuesto por 100.000 soldados, mejoraría considerablemente la capacidad de defensa europea y haría más fuerte a la OTAN. Además, el Ejército de la UE ahorraría en gastos -aseguró-, porque se superaría la ineficiente división de la UE en mercados de defensa nacionales».
Con sus declaraciones al conservador diario alemán ``Die Welt'', Verhofstadt ha reanimado una cuestión que se viene discutiendo en círculos militares y políticos de la UE desde hace un lustro: la formación de unas Fuerzas Armadas bajo el mando de la Comisión Europea (CE). La UE acaba de asentar sus bases operativas, pero le falta todavía dar más pasos para que pronto cuente con una fuerza militar comparable y compatible con la de Washington.
En sus planteamientos, la CE compara la situación militar en el viejo continente con la de EEUU. En 2002, los 15 estados miembros de la UE contaban con 2,4 millones de soldados y un presupuesto militar de 180.000 millones de euros. EEUU, en cambio, tenía 1,5 millones de personas en las Fuerzas Armadas y, para ellos, disponía de un presupuesto de 280.000 millones de euros. Por lo tanto, Washington invertía más dinero en sus Fuerzas Armadas que los entonces integrantes de la UE, que, además, contaban con 15 estructuras militares diferentes y un sinfín de características técnicas incompatibles entre ellas.
La solución, según Bruselas, se halla en concentrar la industria militar en unas pocas empresas, por un lado, y en estandarizar el armamento de las Fuerzas Armadas, por otro. En el sector naval, por ejemplo, la CE pretende eliminar más de la mitad de los astilleros, porque en EEUU existen sólo seis compañías que controlan el mercado.
Hace ya cinco años el ex teniente general e inspector general del Ejército de Tierra alemán, Jürgen Schnell, propuso que cada estado miembro de la UE debería destinar entre el 0,4% y el 1% de su PIB al presupuesto militar de Bruselas.
Mientras la industria militar vive su reestructuración tanto en el ámbito estatal como europeo, algo parecido pasa con la organización militar. En noviembre terminaron las últimas maniobras para activar las nuevas unidades de intervención de la UE. Los denominados Grupos de Combate cuentan con hasta 2.000 efectivos que deben estar operativos diez días después de haber sido activados por Bruselas. Su radio de acción es de 6.000 kilómetros. La primera ola tiene la capacidad de operar autónomamente durante treinta días, pero con el correspondiente soporte ese período se prolongaría hasta tres meses. Los «EU Combat Groups» son totalmente compatibles con las unidades de la OTAN.
La operación de sus militares en la República Democrática del Congo sirvió a Bruselas de prueba. A principios de marzo, el Ministerio de Defensa alemán concluyó que «la operación EUFOR RD CONGO mostró que la Unión Europea es capaz de actuar como un actor de seguridad global».
Berlín se olvidó a mencionar que el supuesto objetivo de la acción fue «proteger» las elecciones democráticas en el país africano, según la crítica realizada por el partido socialista Linkspartei. Su eurodiputado Tobias Pflüger consideró que «la política militar de la UE debe estar entrelazada tanto en sus objetivos como en su realización institucional con los conceptos de la OTAN y de la política exterior de EEUU».
Tanto las declaraciones de Verhofstadt como las del ministro de Defensa alemán Jung confirman la opinión de Pflüger. Según parece, la Unión Europea ha decidido convertirse en un vasallo militar de Washington en vez de establecerse como un polo político propio.
Bruselas aboga por concentrar la industria militar en manos de unas pocas empresas y por estandarizar el armamento de las Fuerzas Armadas para solucionar la diversidad de las estructuras militares europeas.
El Linkspartei alemán considera que la política militar de la UE «debe estar entrelazada tanto en sus objetivos como en su realización institucional con los conceptos de la OTAN y de la política exterior de EEUU».