Roma muestra veintisiete obras de arte de autores de la Unión Europea
Antonio LAFUENTE | ROMA
Veintisiete obras de arte, una por cada país de la Unión Europea, muestran en Roma todo el camino recorrido por el viejo continente, desde su mítica creación hasta la invención del arte contemporáneo, en una exposición que conmemora los cincuenta años del Tratado de Roma.
Reunida en el Palacio del Quirinale bajo el título «Obras maestras del arte europeo», la exposición reúne veintisiete obras que enseñan la esencia de la identidad cultural común del continente: sus cinco mil años de prehistoria e historia; de guerra y conciliación; de agricultura y filosofía. Poco importa si son o no las más valiosas, pues el objetivo de la exposición no es sino mostrar una de las señas de identidad en las que puede mejor reconocerse el continente: el arte. Habrá quien vea las raíces cristianas de Europa en la «Lamentación sobre Cristo muerto» (1634-1636), de Anton Van Dyck, ofrecida por Bélgica. Quien observe la desaparición del hecho religioso en obras contemporáneas como la descarada "Mujer acostada" (1917), de Egon Schiele, ofrecida por Austria. Quien crea ver en la geometría de la «Composición con rejilla 3» (1918), del holandés Piet Mondrian, la psicología de los Países Bajos y quienes estén convencidos de que el retrato de Jacob Muffel (1526) pintado por Alberto Durero, es el reflejo del hombre alemán severo y conservador.
Haciendo un recorrido cronológico, la primera pieza es de Malta: una figura de mujer, esculpida en piedra y datada en el tercer milenio antes de Cristo, y la última obra es la «Profecía de Venecia» (1976), del danés Per Kirkeby. Pero otro recorrido podría ser el de la historia del arte, que empezaría en el clásico griego, con una Kore, escultura del 530 antes de Cristo; pasaría por el Renacimiento, encarnado en el «Retrato del hombre de los ojos grises, de Tiziano; y terminaría en el arte contemporáneo del «Caballero que canta» (1949), del irlandés Jack Butler Yeats.