Veinticinco años de la fumata blanca sobre el descubridor del VIH
Un 31 de marzo de 1987, los presidentes de EEUU y el Estado francés, Ronald Reagan y Jacques Chirac, proclamaban a Luc Montaginier y Robert Gallo codescubridores del VIH, terciando en una histórica polémica que, sin embargo, siguió durante años.
Joseba VIVANCO
Son pocos los que dudan -aunque exista una corriente discrepante a nivel internacional- de que el virus VIH identificado en el año 1983 en los ganglios linfáticos de un homosexual francés llamado Frederic Brugiere sea la causa del sida. Dar con esa correlación no fue nada sencillo desde que los primeros casos aparecieran allá a principios de los años ochenta. Lo mismo que hoy son unos cuantos los laboratorios en todo el mundo que buscan dar con una vacuna contra el virus H5N1 de la gripe aviaria, entonces fueron muchos los que se embarcaron en una carrera contra el tiempo por dar con el causante de aquella enfermedad que asustaba incluso a los profesionales sanitarios. Sin embargo, sólo dos han pasado el filtro de la historia en aquella búsqueda: el Instituto Pasteur, en París, y el Instituto Nacional del Cáncer de los EEUU, en Bethestda. Y al frente de esas investigaciones, dos nombres propios: el francés Luc Mogtanier y el estadounidense Robert Gallo. Ellos fueron los protagonistas de una batalla por erigirse en los verdaderos descubridores del VIH, una pugna que se cerró oficialmente hace justo hoy 20 años.
Nos remontamos a enero de 1983, cuando en un hospital parisino le es extirpado un ganglio a un paciente de 33 años sospechoso de tener sida -enfermedad definida por los Centros de Control Estadounidenses (CDC) un año antes-, el cual es examinado por el jefe de la Unidad de Oncología Viral del Instituto Pasteur, Luc Montagnier, determinando la existencia de rastros de actividad bioquímica de un retrovirus. Era la primera evidencia de que había implicado un virus externo, un retrovirus, al que llamaron LAV, asociado a la linfoadenopatía. En mayo, la revista ``Science'' publica el artículo del científico francés, anunciando el hallazgo del virus posiblemente causante del sida. Sólo un mes antes, el Instituto parisino había fotografiado el virus y propueso llamarlo «Bru» en honor al paciente del que se extrajo el ganglio.
Pero el equipo de Montagnier envió entonces muestras de aquel virus a un renombrado retrovirólogo norteamericano que venía desde hace tiempo estudiando los retrovirus humanos, responsables de algunas leucemias -recordemos que los primeros enfermos de sida presentaban un tipo de tumor conocido como sarcoma de Kaposi-. Era Rober Gallo.
Se dice que algunos colegas del Instituto Pasteur advirtieron a Montaginer sobre lo que podía implicar compartir aquel hallazgo, pero aun así envió la muestra a EEUU. Cuál fue su sorpresa cuando en 1984, el grupo de Gallo publica un artículo donde revela haber descubierto el virus causante del sida al que ellos llamaron HTLV-III, argumentando que lo habían conseguido reproducir en el laboratorio y probar que causaba el fatídico sida. La propia secretaria de Salud de EEUU, Margaret Heckler, lo anunció de forma pública junto a Gallo el 23 de abril. Ese mismo día, el médico y sus colaboradores patentaron un test para detectar el virus en humanos. Pero los franceses habían presentado una patente parecida sólo cuatro meses antes. Comenzaba un histórico litigio en el que se iban a implicar incluso los dos países protagonistas.
A finales de 1984, un científico inglés, Robin Weiss, logró demostrar que el LAV de Montagnier y el HTLV-III de Gallo eran lo mismo. Entonces las especulaciones se dispararon hasta el punto de pensar que quizá Gallo se apropió de la muestra de Montagnier y le «robó» el descubrimiento. En enero de 1984, ambos parecen firmar las paces y publican sus respectivas secuencias genéticas de sus virus y optan por compartir los derechos de la patente. Pero la disputa se cierra en falso.
La pugna por la paternidad del hallazgo lleva entonces al presidente de EEUU, Ronald Reagan, y al primer ministro francés, Jacques Chirac, a emitir un comunicado conjunto el 31 de marzo de 1987, en la Casa Blanca, por el que ambos científicos compartían el honor -además de 100.000 dólares anuales cada uno hasta el año 2002- y los países, las ganancias -unos 50 millones de dólares entre 1985 y 1992, según ``The New York Times''-; y los franceses retiraban las acciones legales emprendidas contra Gallo. Incluso en 1988, los dos protagonistas firman un artículo conjunto en ``Science'' para querer dar por terminada la polémica.
Pero de nuevo es en falso. Al tiempo que crecen los rumores de un Premio Nobel para ambos, un periodista del ``Chicago Tribune'', John Crewdson -Premio Pulitzer en 1981-, publica, en noviembre de ese año, un demoledor reportaje que demuestra que Gallo utilizó la muestra de Montagnier para sus experimentos. «Lo que ocurrió en el laboratorio de Robert Gallo es un misterio que quizá nunca sea aclarado, pero la evidencia abrumadora es que hubo o un accidente o un robo», concluyó.
El aludido trató hasta de bloquear la publicación del artículo y de desacreditar al autor. Incluso el Instituto Nacional de Salud de EEUU inició una investigación en la que dio la razón al informe Crewdson y descalificó el trabajo de Gallo. Finalmente, el «acusado» admitió en 1991 que el virus obtenido procedía de la muestra francesa, aunque lo achacó a una contaminación accidental, no a una apropiación.
Hoy, la comunidad internacional reconoce a Luc Montagnier como verdadero descubridor el VIH, aunque Gallo comparta oficialmente ese honor y se le reconozcan sus importantes investigaciones posteriores.