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Memoria activada desde el horror de un recuerdo que perdura

Carlos GIL

El tiempo atrapado en la respiración. Las palabras brotando como una supuración. La memoria activada desde el horror de un recuerdo que perdura por encima de generaciones y puntos finales. Argentina, la repercusión en el tiempo de su dictadura, el rastro de su noches en donde el ruido de unas botas en la calle era el preludio del silencio de la desesperación.

Cuando la tortura era impune, la muerte un negocio, la ambición una patria conjurada.

Un tejido de sensaciones, datos, emociones que parecen tatuados en la piel de los argentinos, en los códigos genéticos de sus creadores. Hubo un tiempo de terror y todavía no se ha curado. Cuando golpean en la puerta de madrugada no siempre es el lechero.

«Dakumene» está formado por una pareja de creadores escénicos argentinos residentes actualmente en Bilbo que han presentado un viaje a sus demonios políticos familiares.

Lo hacen con un lenguaje sintético. No hay alardes, hay entrega; no hay discurso de convicción, sino compromiso de solidaridad y complicidad. Hay destellos de gran nivel, le falta una mayor fluidez, un mejor ritmo interno.

Es teatro de movimiento, de gesto, hay danza, hay texto, hay música, pero todo para ir tejiendo una suerte de golpetazo sobre la conciencia, una alarma que se enciende en la conciencia, actúa como recordatorio de unas vivencias colectivas que se han ido aposentando en los individuos en una forma terrible: el miedo.

Y es precisamente ese miedo, esa incertidumbre, la que nos transmiten en sus escenas, en su espectáculo fragmentario, disociado en momentos, situaciones, y escenas que van deconstruyendo unos recuerdos para ir, a su vez, construyendo un alegato.

Esos cuerpos ante nosotros son los cuerpos de cuantos no están. Esas sensaciones vienen de la oscuridad. O llegan directamente desde la luz de la expiación: recordar, poder contarlo, es estar vivos, es poder dar testimonio y hacerlo con una expresión artística. Un triunfo. Una coda final con pregunta incontestable. «Si no hubieran muerto ni desaparecido, si no se hubiera producido esa masacre, ¿estaríamos nosotros ahora, aquí?»

El exilio es una ampliación de condena.

Pero mientras haya arte, hay esperanza.

CRÍTICA | teatro

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