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Café para todos

Ines INTXAUSTI

Crítica de televisión

Todavía colea el asunto del presidente abstemio de la cafeína. Seguramente preparó otros precios: una barra de pan, un billete del metro... Son preguntas que siempre sobrevuelan cualquier comparecencia de este tipo. Alguien instalado en el poder no puede adivinar los precios desde la lejanía de su turris eburnea monclovita. Se necesita una vista de lince.

Estoy convencida de que Segolene Zapateroyal conocía muy de antemano la centena de preguntas que unos ciudadanos elegidos al azar de entre muchos millones le perpetraron. Sin embargo, esta fue una segunda cuestión. Un señor navarrísimo apellidado Cerdán le habló primero del euro (algo se avenía) y un rato después le dijo si sabía cuánto valía un café. Sin leche, le dijo Zapatero, que 80 céntimos. ¿Qué es lo que debería haber hecho? ¿Responder que él no tomaba café? Quizá haber sacado una lista de precios de su bolsillo, tan socorrida en este tipo de trances mediáticos. Eso hubiera tenido su gracia. Pero no su sal. En la gloria se pierde la memoria. Al parecer, el líder de la oposición va a repetir la experiencia televisiva del actual presidente del Estado español y debe de estar estudiando todos los precios del mercado, por si acaso también le preguntan sobre el tema.

Le estoy viendo en un supermercado, apuntando en un papelillo una serie de números imposibles de saber, y mucho menos recordar si uno no tiene problemas para sobrevivir a partir de cada día 15 de cualquier mes. Espero que a Rajoy no se la metan con calzador (o sí).

Muchas de las preguntas que se oyeron con Zapatero resultaron surrealistamente sospechosas. Que a un señor de Andalucía, cuando le dan la oportunidad de hacer una pregunta de cien a su primer mandatario, lo único que le preocupe sea el tema de Navarra... ¡Qué quieren que les diga! Ni con Isabel y Fernando. No resultó creíble ni veraz. Este mes que entra vamos a tener que testificar televisivamente una suerte de situaciones parecidas. Estamos en campaña y se sueltan las lenguas de fuego con mayor facilidad. Es la droga electoral.

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