El equipo gasteiztarra sigue sumido en una crisis de juego y resultados
La desidia acerca el abismo
Los errores de concentración en defensa propician la segunda derrota en Mendizorrotza de la temporada y un Alavés sin argumentos se coloca a sólo cuatro puntos de los puestos de descenso tras sumar la quinta jornada consecutiva sin lograr la victoria
Jon ORMAZABAL | GASTEIZ
La desidia y el pasotismo pueden ser los peores síntomas que puede demostrar un equipo y, tras meses y meses de sufrimiento, el Alavés parece haber cubierto el cupo y corre el serio peligro de que la marea en la que se está dejando llevar le lleve a un puerto en las antípodas de donde marcaba su rumbo inicial. Y es que, en otra tarde horrible, el equipo gasteiztarra sufrió, víctima de sus errores defensivos, la segunda derrota casera ante el Hércules y los puestos de descenso están ya a tan sólo a cuatro puntos.
Siendo delicada la situación deportiva que atraviesa y muy grave la social, el mayor peligro que corre ahora mismo el Alavés es el de dejarse llevar, y ayer dio claros síntomas de ello. Sin el aliciente del ascenso con el que reparar todos los daños, los jugadores cometieron errores de concentración en los tres goles encajados que hacen temer que estén pensando ya más en su futuro personal al margen de la entidad, convencidos en que su superioridad técnica servirá para no pasar mayores apuros. Los técnicos siguen sin capacidad para cambiar esa marcha que el equipo necesita en momentos puntuales y el cada vez menos público que acude a Mendizorrotza -por mucho que los números oficiales siempre den una cifra similar- lo hace más como una obligación adquirida que con la devoción que hace falta para tener los arrestos de dar el do de pecho en una situación tan agonizante.
Siempre a remolque
En los primeros minutos, en los que el equipo gasteiztarra salió algo más entonado que su rival, Wellington tuvo un mano a mano ante Falcón en el minuto 5 tras un gran pase en profundidad de Jandro que no acertó y poco después otra buena ocasión de cabeza, pero poco a poco el equipo de Uribe se fue haciendo con el control del centro del campo y a la media hora, el buen juego de Tote tuvo el premio tras aprovechar un error de Gaspar en el despeje y cederle el gol en bandeja a Calandria.
Pudo sentenciar el equipo alicantino antes del descanso, pero Porato se lució en el lanzamiento de penalti de Montenegro y mantuvo con vida a su equipo a la espera de alguna mejoría tras el descanso.
Pero esta no se produjo ni con la entrada de Rubén Navarro y hubo que esperar a un regalo para empatar. A los siete minutos de la reanudación, el árbitro percibió penalti en un salto entre Wellington y Sergio y el media punta catalán empató desde los once metros.
Sin embargo, el Alavés cometió demasiados errores en la segunda mitad como para poder haber sumado algo ante un Hércules ambicioso. Los errores de concentración a balón parado fueron la tumba albiazul. Primero porque Kike Mateo aprovechó la falta de contundencia en el despeje para adelantar a su equipo 1-2 tras darse la vuelta dentro del área.
Poco después, Rubén Navarro no quiso ser menos que Montenegro y se permitió el lujo de desperdiciar otro penalti, algo que Arthuro solucionó sólo en parte, empatando en uno de los muchos balones muertos que se dedicaron a colocar en el área herculina.
Cuando parecía que el empate sería un mal menor para las heridas que están comenzando a abrirse, un ex albiazul como Turiel, que vivió los mejores momentos del club, puso al Alavés al borde del abismo de los peores con un gol de cabeza en otro fallo de marca en una falta.
Porato
En un partido con enorme dificultad para destacar a alguien, paró un penalti que impidió que la emoción se terminara al descanso.
Josu Uribe, cuya sonrisa delataba el gran sabor de boca que le había dejado la victoria obtenida en Mendizorrotza, fue el único que habló con seriedad ayer en la sala de prensa de Mendizorrotza y, tras conocer el resto de resultados de la jornada, no dudó en afirmar que el Alavés «puede meterse en problemas».
«Ojalá no sea así, porque el Alavés es un club al que le tengo un cariño especial desde mi infancia, pero pueden meterse en problemas. Por plantilla y futbolistas no debería de tener problemas para alcanzar los 50 puntos con los que se estima se consigue la permanencia, pero están en una dinámica complicada -no quiso entrar a valorar los problemas que están siendo una rémora para la plantilla albiazul- y ha habido muy buenos equipos que han terminado descendiendo».
Pocos minutos después de que el técnico herculino terminara su alocución, Mario Luna compareció ante los medios para, en menos de cinco minutos, explicar de modo implícito gran parte de los problemas que complican el futuro albiazul. Preguntado por la situación actual del equipo, el técnico argentino tuvo el valor de contestar que «el partido acaba de terminar, primero tengo que hablar con los jugadores y no me ha dado tiempo para mirar a la clasificación».
Puesto al corriente del resto de resultados, entre ellos la victoria del Castellón, Luna insistió en que «que necesita un análisis lo dirás tú, para mí no. Yo acabo de perder un partido y tengo que pensar en ganar el siguiente. Debo levantar el ánimo de los jugadores y pensar en el próximo partido». La comparecencia terminó cuando, después de escuchar estas dos respuestas, un periodista le preguntó si no siente que, aún reconociendo la dificultad del papel a representar, hace el ridículo con este tipo de respuestas. El técnico argentino no compartió esa opinión y abandonó la sala de prensa sin más cuestiones.
Tampoco fue muy reparador escuchar a Miguel Pérez decir que «preocupación mucha no hay, pero empiezan a notarse los primeros síntomas. Hay preocupación pero no estamos como la Ponferradina», declaró el centrocampista madrileño.
La primera parte fue tan aburrida que la atención del poco público que se concentró en Mendizorrotza -la tercera peor entrada de la temporada- estuvo en las noticias que llegaban de Santander. Hubo sectores que aplaudieron los goles cántabros, mientras Eztanda apoyó al equipo rojiblanco.