alpinismo Temporada del pre-monzón
Los ochomiles del Himalaya abren sus puertas
Entre las numerosas propuestas destaca la del montañero Ueli Steck, que intentará la sur del Annapurna en solitario. Nuevamente habrá una importante presencia de montañeros vascos entre las expediciones más relevantes
Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA
De la apuesta de una gran minoría por las invernales a los ochomiles, pasamos, como afirman muchos especialistas del himalayismo, al alocado aluvión de expediciones en la temporada del pre-monzón. Casi todos, por no decir todos, están en el punto de salida: en Katmandú. Como suele ser habitual, habrá objetivos de todos los colores. Casi todas las expediciones (más de cuarenta) se centrarán en el Everest (8.848 m) y, excepto unas pocas, la mayoría seguirá el guión establecido.
Algunos de los que pasan de lo mismo de siempre son los norcoreanos liderados por Park Young-Seck. El grupo intentará abrir una vía en la cara suroeste -sólo hay dos vías- del techo del mundo. Con media docena de componentes y en estilo pesado, los norcoreanos comenzarán la ruta desde el Western Cwn, seguirán por el lado izquierdo de la ruta rusa del 82 y terminarán por la arista oeste hasta la cumbre. Por otro lado, Pemba Dorje Sherpa se meterá de lleno en uno de los retos todavía sin solventar: la unión del Everest con el Lhotse en el día. Gran especialista de las ascensiones rápidas, este montañero cuenta con el récord de velocidad al Everest. Fue por la vía normal de la sur en el 2004 y necesitó ocho horas y diez minutos para unir campo base y cima; eso sí, con oxígeno.
Otros que intentarán correr por un ochomil son el grupo de militares kazajos capitaneados por Denis Urubko. Éstos se centrarán en el Dhaulagiri (8.167 m). Tras aclimatar por la vía normal, Urubko meterá la quinta marcha para lograr un récord. Los que no faltarán a la cita del pre-monzón son los «tacha-ochomiles», es decir, los montañeros que buscan hacerse con la lista de los catorce. En el bando femenino, lidera la clasificación la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner con nueve ochomiles y le siguen de cerca Edurne Pasaban y la italiana Nives Meroi con ocho. Por parte masculina, el tropel es mucho más numeroso: Urubko, Mondinelli, Merelli, Dujmovits, Otxoa de Olza...
También habrá ochomiles con tablas. Cada vez son más los que se decantan por bajarlos en esquí o con tabla de snow. El Everest será uno de los elegidos, así como el Annapurna. El primer ochomil conquistado en la historia recibirá la visita de cuatro especialistas del snow y el esquí extremo. Circo o no, buscarán el salto más alto (por encima de los 5.000 metros) que jamás se haya visto. En pocas palabras, otra temporada casi con el mismo traje. Es decir, mucha cantidad, pero poca calidad. De toda esta multitud, nos hemos querido quedar con uno de los objetivos más vanguardistas. Nos referimos al intento que el suizo Ueli Steck realizará en la cara sur del Annapurna en solitario.
Solo, ligero y rápido
Quizás todavía en estos tiempos haya algún conservador que defina el proyecto del suizo como suicida, por el simple hecho de abordar una empresa como la de escalar en solitario la imponente cara sur del Annapurna (8.091 m) en solitario. No, razones las hay y además blindadas. Steck es a día de hoy uno de los mejores especialistas mundiales del «solo, ligero y rápido». Ésas son sus máximas y sabe llevarlas a la práctica como el mejor, con todas sus consecuencias.
El suizo todavía no ha pisado la cumbre de ningún ochomil pero no por ello le quita ningún punto a la hora de enfrentarse a su nuevo reto. La lista de sus solos es impresionante. El último lo firmaba en pasado 21 de febrero, con su meteórica ascensión a la cara norte del Eiger: tres horas y cincuenta y cuatro minutos. Rebajó en cuarenta y siete minutos la crono de Christoph Hainz.
Ahora está de camino a la sur del Annapurna, a una pared, según él, muy similar a la norte del Eiger. Pero esta vez con el añadido de la altura. El año pasado estuvo cerca con la cima del Gasherbrum Este (7.758 m): «Una aclimatación perfecta y una preparación muy buena es esencial, por lo que no importa el tipo de expedición que sea. Antes de ir al Annapurna he pasado siete meses entrenando a tope. En el Ghaserbrum Este no tuve ningún problema con la altura. Pero nunca se sabe; hay que atender y escuchar permanentemente a tu cuerpo».
La estrategia es simple: escalar rápido y ligero. Una pequeña mochila para cuatro días en una pared de 3.000 metros, ésa es su previsión. «Es la misma técnica que utilicé en el proyecto `Khumbu express', más concretamente en la ascensión en solo de la cara norte del Cholatse (6.440 m). Llevaré una mochila de seis kilos y eliminaré cualquier gramo superfluo. El estilo es elegante pero al mismo tiempo peligroso; tengo poco margen para fallar. Intentaré llevar lo justo en comida. Algún kilo de más puede marcar la diferencia. Analizaré al máximo lo que puedo llevar. Ya he pasado por situaciones extremas y tengo confianza en mis capacidades para salir de una situación improvisada. Esta vez, el tema de la comida será otra historia. Llevaré algo de más. En el Cholatse pasé dos jornadas en pared; ahora, en cambio serán cuatro. Ninguna persona puede pasar cuatro días escalando sin comer».
A diferencia de su solitario a la Heckmaier del Eiger, Steck sabe que la sur del Annapurna no le dará apenas oportunidades. Para esta ocasión, el alpinista suizo ha elegido la vía que en el 92 intentaron los franceses Pierre Béghin y Jean Chistophe Lafaille. El primero murió mientras escalaban la pared, y el segundo se libró por los pelos: «Al ser un reto tan peligroso, no he podido descuidar ni lo más mínimo mi preparación física y psicológica. No tendré tantas oportunidades como en el Eiger. Sé que en el Annapurna sólo tendré derecho a una oportunidad. He estudiado la pared durante dos meses, sé que la puedo escalar y además estoy fuerte. También necesito una buena meteo y condiciones. Me baso en mis capacidades técnicas y en mi fuerza mental. He realizado muchas ascensiones en solitario y creo estar en mi mejor nivel». En el campo base estará acompañado de un fotógrafo y dos periodistas que relatarán la aventura de Steck. El único lujo que tendrá a mano será un teléfono satélite. Pero también prescindirá de dicho aparato: «El teléfono estará siempre en el base. Sólo lo conectaré para recibir los boletines de las condiciones del tiempo. Una vez en la pared, estaré solo. Si tengo algún problema, lo tendré que solventar yo mismo».
Empezamos el repaso con el que, actualmente, es el mayor activista de los ochomiles en Euskal Herria: Iñaki Otxoa de Olza. El iruindarra está a un paso de conseguir la lista de los catorce; sólo le faltan tres: Dhaulagiri, Annapurna y Kangchenjunga. Durante esta primavera intentará los dos primeros. La verdad sea dicha, Otxoa de Olza no tiene una grata experiencia con estos dos grandes. Hace dos años, en el 2005, se decantó primero por el Dhaulagiri, pero las condiciones meteorológicas le echaron atrás. La montaña estaba tan cargada que incluso sufrió las consecuencias de una avalancha. Visto lo visto, pasó del Annapurna, ya que sus laderas estaban inatacables.
En el Dhaulagiri, entre otros, estará acompañado de dos navarros: Óscar Fernández e Ignacio Barrio. Y, cómo no, uno de sus inseparables amigos, el asturiano Jorge Egocheaga, tampoco faltará a la cita. Otro montañero de la comunidad foral, Ricardo Valencia, también ha ido al Dhaulagiri pero, en esta ocasión, con una expedición aragonesa.
Si la escalada a este ochomil le sale bien, Otxoa de Olza se dirigirá al Annapurna (8.091 m). En ambas montañas, el navarro apostará por una ascensión rápida; sobre todo en el caso del Annapurna. En esta montaña también estará Edurne Pasaban. La tolosarra, esta vez junto al también tolosarra Asier Izagirre, el catalán Ferrán Latorre y el ecuatoriano Iván Vallejo, hará lo posible por llevarse su noveno ochomil. Pasaban ha señalado que no está obsesionada por ser la primera mujer en hacerse con los catorce ochomiles, pero, cómo no, no estaría nada mal llevarse el gato al agua. Por el momento, Kaltenbrunner está con nueve, y esta primavera se ha dirigido al Dhaulagiri. Meroi lleva el mismo número que la guipuzcoana. En este caso, la italiana ha apostado por el Everest.
Por último, nos centramos en otro de los grandes de los ochomiles: el Kangchenjunga (8.586 m). En esta montaña se darán cita dos alpinistas vascos: el navarro Patxi Goñi y el alavés Julen Reketa. Ambos forman parte de una expedición dirigida por el veterano montañero catalán Óscar Cadiach.